AS (Valladolid)

“De tanto repetirnos que podíamos ganar, nos convenció y lo hicimos”

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Le había metido mucha caña a la rodilla y necesitaba un descanso. Al año, la rodilla estaba muchísimo mejor y ya no he vuelto a tener líquido nunca más. Mi idea era llegar jugando hasta los 41, como Maldini. Tengo 42. Llevaría un año retirado solo. Quizás si no hubiera forzado tanto, hubiese podido superar la lesión de rodilla. Pero mi forma de ser era y es esa. Estar siempre al cien por cien. Pensaba que si no lo estaba les fallaba a mis compañeros y he jugado un montón de partidos con lesiones, con molestias, con golpes… Tenía una fractura de pómulo, me decían seis semanas y a las cuatro jugaba. Cuando me rompí el brazo tenían que ser dos meses y a las cinco semanas jugué. Claro ahora no puedo estirar el brazo. Todo eso se paga. No dosificar tiene un precio, pero lo volvería a hacer. Entiendo así el deporte. Ahora cuando juego a cualquier cosa, fútbol o paddel, sigo jugando con la misma intensidad. —Retrocedam­os a sus comienzos. El Puyol juvenil era un interior descarado que atacaba en lugar de defender.

—En mi pueblo llegué a ser hasta delantero. Cuando llego al Barça empiezo de interior derecho. A veces izquierdo. Jugábamos 1-3-4-3. En la Sub-18 jugaba de lateral largo, casi un extremo porque jugábamos con una defensa de tres. Intentaba hacer cosas cuando jugaba arriba. Cuando me retrasaron tenía que ser más práctico. Estás en zona de riesgo y tienes que jugar más simple. Sobre todo cuando por delante tienes a ‘monstruos’ como los que he tenido la suerte de jugar. Es mejor recuperar y dársela.

—En la Selección se estrena con 17 años. Y gana una plata olímpica con 22.

—Sí. Con la Sub-18 en un torneo en Italia en el que Francia, con Anelka, Henry… nos metió cinco. Luego ya jugué con la Sub-21, que fuimos terceros en el Europeo de Eslovaquia y después los Juegos de Sidney. La final contra Camerún fue un palo. Ganábamos 2-0 y nos empataron. Nos expulsaron a dos y en la prórroga aguantamos como pudimos. Eran muy fuertes físicament­e y perdimos en los penaltis, que es una lotería. Fue duro en el momento, pero con el paso del tiempo valoras que una medalla en unos Juegos es importante.

—El debut con la Absoluta llega el 15-11-2000 en La Cartuja contra Holanda. Camacho le llama a filas.

—Y ese día debuta también Xavi. Con el míster siempre tuvimos una buena conexión. No olvidaré nunca que me ayudó en momentos complicado­s. Cuando tuve la primera operación de la rodilla, me llamó, se preocupó y eso es muy importante cuando eres joven, tienes tu primera lesión grave y nunca sabes cómo quedarás. Esa llamada se me quedó grabada.

La primera gran cita, el Mundial 2002 de Corea y Japón. —Merecimos ganar a Corea. Camacho nos había avisado de que no iba a ser fácil. Nos habló, incluso, de los árbitros. Que teníamos que tener la mente fría. Perder por penaltis puede pasar, pero fue un palo importante. Teníamos equipo para haber hecho algo importante. También reconozco que todos hubiéramos firmado antes de empezar jugar contra Corea en cuartos, aunque jugara en casa. Tuvimos nuestras oportunida­des, marcamos nuestros goles, aunque nos los anularan. —Pues peor fue en la Eurocopa 2004.

—Sí, fue un palo más fuerte que el del Mundial. Era un cambio de generación, una

Selección más joven, pero no estuvimos a la altura. Que al terminar nos fuéramos cada uno por nuestro lado tampoco es importante. Lo importante es lo que pasa en el campo. No fue fatal, pero debíamos haber pasado el grupo.

—Llega Luis. Empieza lo bueno.

—Una persona con muchísimo carácter, que te exigía mucho pero también te daba libertad. Te sabía motivar. Cambió el espíritu de la Selección. Comenzó a decirnos que podíamos ganar, que teníamos que tener confianza, que esa Selección tenía que ser campeona, y eso te lo van diciendo, te lo van diciendo y al final te lo crees.

—Y por eso terminaron ganando la Eurocopa.

—Teníamos un grupo espectacul­ar. Todos estábamos unidos. Los que jugaban y los que no. No es fácil que todos vayan a una. Los 23, desde el primer día al último, juntos. Ese es el mejor recuerdo que tengo de esa Eurocopa. Es la vez que he visto a un grupo ser más una piña, estar ‘supe juntos’. Esa fuerza es la que nos hizo campeones. La fuerza de haber sufrido mucho antes y la fuerza de que cada uno asumió su rol y sumó. Todos queremos ser protagonis­tas pero entonces me di cuenta que desde fuera puedes ayudar muchísimo.

—Ustedes eran consciente­s de todo lo que sufrió Luis antes de llegar a la fase final.

—Sí. Lo veíamos, lo vivíamos.

Luis

Del Bosque “El momento en el que me pidió seguir me tocó, me llegó. Le dije que sí”

Hubo demasiadas campañas en su contra. Verlo sufrir nos hizo pasarlo mal, nos unió y nos dio más fuerzas para superar esa situación, demostrar que estábamos con él y que juntos íbamos a ser campeones.

—Se va Luis y llega Del Bosque. No se parecen en nada.

—Dos caracteres muy diferentes, pero dos apasionado­s del fútbol, con mucha experienci­a. Dos formas de trabajar muy diferentes pero con la misma idea y filosofía. Vicente supo recoger el guante e hizo un trabajo excelente. En el Mundial jugamos bien quitando el segundo partido. En el primero sí, aunque perdiéramo­s. De diez veces le ganamos nueve a Suiza, pero contra Honduras hubo cosas raras. Ganamos, pero con el 1-0 hicimos lo que no teníamos que hacer. Nos partimos y en muchos momentos corrimos riesgos. Marcamos el segundo, pero también nos podían haber marcado el 1-1. Entré muy enfadado al vestuario. Como defensa lo ves todo más claro y ves que cuando el equipo se parte se corre peligro y se lo dije a todos. Esto no puede seguir así. Habíamos ganado pero podíamos haber perdido en un error y ya habíamos perdido el primero. Al día siguiente nos reunimos con Iker y Xavi y alguno más para seguir hablándolo y luego, ya, con todo el grupo.

—Y así ganaron el Mundial.

—Eso dice la historia. Nos lo merecimos.

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