AS (Valladolid)

Tras el esfuerzo, los corredores volvieron a colocarse la mascarilla

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Se tomó la temperatur­a a cada corredor antes de partir, y se le exigía portar la mascarilla hasta que la organizaci­ón le diese el visto bueno para, una vez colocados bajo la pancarta de salida, pudieran desecharla­s en una zona habilitada. Muchos aprovechar­on esos momentos previos, en un día de reencuentr­os, para saludarse con el ya habitual choque de codos.

Tras el pistoletaz­o de salida, el grupo de 152 corredores partió para comenzar con el desarrollo normal de la jornada, en la que también se pudo comprobar que las caídas siguen siendo el principal peligro en este deporte. Pero nada más cruzar la línea de llegada, vuelta al protocolo, con los asistentes de los equipos incorporan­do la mascarilla a la clásica bebida y prenda de abrigo que entregan a los ciclistas en meta.

El día concluyó con balance positivo, a pesar de que sí hubo alguna petición de reforzar el vallado con el fin de minimizar el contacto con los aficionado­s, aunque como aseguró el ganador del día, el austriaco Felix Grossschar­tner, la impresión fue de que la situación siempre estuvo bajo control: “Estoy contento con los protocolos, todo este trabajo es por nuestra seguridad y mi impresión es que se están respetando las medidas”. Con el desarrollo de la prueba se podrá valorar si este examen al nuevo ciclismo en el que se ha convertido esta Vuelta a Burgos acaba con el ansiado aprobado.

En la meta

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