AS (Valladolid)

Acumula más de 500 minutos, desde el 1-0 en Bilbao

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Los enredados caminos del fútbol le pusieron a Bono por delante a un delantero, Raúl Jiménez, cuya manera de lanzar recordaba del verano de 2014, cuando ambos coincidier­on en el Atlético de Madrid. Como su compañero Lucas Ocampos tira desde el punto de penalti de manera similar, aguantando hasta el final, el portero marroquí había estado varios días ensayando junto al argentino. Ante los Wolves, en el minuto 12’, aquel aprendizaj­e surtió efecto y Bono evitó el gol de Jiménez desde los 11 metros, primer fallo por cierto del mexicano en esta suerte durante toda su carrera como jugador de clubes. Sólo había errado uno de 27 y ocurrió con su selección.

“Venía practicand­o en los entrenamie­ntos con Ocampos, que chuta de una manera parecida. Conocía además a Raúl Jiménez del Atlético. Él suele esperar, entonces en ese momento sentí que debía amagar para saltar al otro lado. Tuve suerte”, decía con humildad un guardameta que se ha agigantado, como todo el Sevilla,y

acumula más de 500 minutos sin recibir un tanto. Se lo marcó el Athletic el día que le tocaba sustituir a un lesionado Vaclik

bajo los tres palos.

Pero Bono contribuyó con alguna parada de mérito a aquella remontada en San Mamés

(1-2) y luego se ha asentado bajo los tres palos nervionens­es ante Mallorca (2-0), Real

Sociedad (0-0), Valencia (10), Roma (2-0) y Wolves (0-1). Aunque sólo había sucumbido en uno de sus 10 encuentros anteriores al confinamie­nto (seis de Europa League, dos de Liga y otros dos de Copa), el portero norteafric­ano había dejado muchas dudas en un gol del Cluj que no llegó a subir al marcador por mano previa y revisión del VAR,

pero que habría apeado al Sevilla de esta competició­n en dieciseisa­vos. También crearon algo de runrún en el Sánchez Pizjuán

ciertos titubeos suyos en la 26ª jornada, contra Osasuna.

Así que con Vaclik ya recuperado muchos se preguntaba­n

Imbatido

si Lopetegui mantendría a Bono bajo los tres palos. Cosas de códigos de vestuario o de forma física, el técnico siguió con el portero que estaba funcionand­o y éste ha respondido con creces. Salvo lesión o expulsión, ya jugará lo que queda de torneo empezando por el partido del domingo ante el Manchester United.

Lo más paradójico: al marroquí tuvieron que alargarle la cesión del Girona, que concluía el 30 de junio, hasta el final de la competició­n. La incógnita ahora mismo es saber si los nervionens­es, que buscaban otro portero en el mercado, mantendrán su decisión de no comprarle (la opción era de cinco millones de euros) aunque acabe levantando la Sexta Europa League el próximo 21 de agosto en Colonia.

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