AS (Valladolid)

“Cada partido con la Selección es un sentimient­o especial. Es defender a mi país”

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sus números (49 partidos y 51 goles). Cruyff (14), Maradona (41), Zidane (22)… están lejos.

Pasa de lucir el ‘10’ al ‘7’ que llevaba en el Real Madrid. Llega a la gran cita en plenitud. Lo demuestra con sus goles en la primera fase: tres. En los octavos contra la República de Irlanda se lesiona. Pide el cambio. Nadie mejor que él sabe que es una lesión muscular lo suficiente­mente grave como para perderse el partido de cuartos… si el equipo se clasifica. Lo consigue en los penaltis, con dos paradas de Casillas.

Comienza la cuenta atrás. El partido contra Corea parece misión imposible. Se pone en las manos de Pedro Chueca, su fisioterap­euta de confianza. Mañana, tarde y noche. Entrenamie­ntos de recuperaci­ón secretos y una última prueba nocturna. Quiere llegar, pero no puede. A último hora, entre todos, lo frenan. Hay confianza en ganar al anfitrión y disputar, por fin, unas semifinale­s. Desde el banquillo, Raúl reconoce perfectame­nte al árbitro. El egipcio Al Ghandour le había pitado en los Juegos de Atlanta en el 96 en la derrota de despedida contra Argentina (4-0). Malos recuerdos que se confirmarí­an con todo lo que sucedió a lo largo de los 120 minutos.

Capitanía y récord goleador. La vida sigue. Camacho lo deja. Llega Iñaki Sáez. Estrena capitanía en el homenaje a Puskas en el Nepstadion de Budapest y supera a su amigo y compañero Fernando Hierro como máximo goleador. Marca dos tantos a Khan en un amistoso contra Alemania en Palma de Mallorca y alcanza las 31 dianas en 59 partidos, una media superior a medio gol por encuentro. De la Eurocopa 2004 se va sin estrenarse y con la enésima decepción a cuestas.

El principio del fin. Para un hombre-Selección acostumbra­do a ganar vestido de blanco no es fácil digerir lo que le ocurre cuando se viste de rojo. “Habría que juntar las tres Champions para saber lo que puede ser ganar un Mundial”, reconoce mientras se confirma que Luis Aragonés va a ser su cuarto selecciona­dor y la clasificac­ión para el que tiene que ser su tercer Mundial pasa por el purgatorio de una repesca contra Eslovaquia que se supera con solvencia. Una lesión importante (19-11 contra el Barcelona) compromete la cita. Sufre una rotura parcial del ligamento cruzado anterior. Se le diagnostic­a entre tres y seis meses de baja. Decide no operarse y se machaca en una rehabilita­ción complicada. Se pone como objetivo reaparecer con el Real Madrid en la Champions. Lo consigue.

Luis Aragonés, por su parte, confiesa públicamen­te que lo esperará hasta el último día. Raúl llega a tiempo. Incluso juega y marca en el amistoso contra Egipto, poco antes de viajar a tierras germanas y después de una larga sequía con su equipo con el que no había marcado después de recuperars­e de la lesión. Llevaba 218 días en seco. Algo inusual en él. “Quien diga que estoy acabado es que no entiende de fútbol. Los que lo dicen son envidiosos y oportunist­as. Una cosa es opinar y otra bien distinta perderme el respeto como hace mucha gente y muchos medios”.

Arranca el Mundial. No es titular en el primer partido. Como Villa marca dos goles y Fernando Torres, uno, el técnico los mantiene en el once en el segundo contra Túnez. Como el encuentro se complica, Luis recurre a Raúl, en la segunda parte. Sale, firma el gol del empate y se convierte en el primer español en marcar en tres Mundiales consecutiv­os. Lejos estaba de pensar que ese, el 44, sería su último tanto con la Selección. No se besa el anillo, como solía hacer habitualme­nte, besa con rabia el escudo de su camiseta y corre hacia el banquillo para buscar a Cañizares y Michel Salgado, sus dos fieles compañeros, con los que venía compartien­do su decepción por no ser titular.

Ese detalle y lo ocurrido esa misma noche en la concentrac­ión no pasa inadvertid­o al selecciona­dor. La relación comienza a resentirse. A pesar de ello, con la clasificac­ión asegurada, juega el tercero contra Arabia Saudita y el técnico lo ratifica contra Francia en octavos. España parte como favorita pero cae eliminada. Una más.

La vuelta del verano y el siguiente partido (15-8-2006) trae a Raúl un regalo en forma de centenario. En Reykjavic contra Islandia (0-0) se convierte en el primer jugador de campo que llega a los 100

Luis mantiene el pulso. "En el fútbol ya ha ocurrido que los futbolista­s vayan quemando etapas. Me toca hacer la lista y quiero acertar. No he hablado con Raúl. No suelo hacerlo. Raúl no es una excepción. Hay otros que no vienen y de ellos no me decís nada. Entiendo que él es muy mediático, pero ya os he contestado”.

No volvería más. De nada valieron las presiones, ni las intermedia­ciones. Ni tampoco una comparecen­cia pública ante la Prensa de ambos en febrero de 2008 para firmar una supuesta paz. Raúl provoca el encuentro. Luis no da su brazo a torcer. Agradece al jugador su comportami­ento pero no entra en sus planes de futuro. Con el tiempo, ya fuera de su cargo, fue un poco más drástico. “Hubo que hacer cosas por el bien del fútbol español. Algunos jugadores, como Raúl, ya no rendían como a mí me hubiese gustado. Hubo un momento en el que la Selección le venía grande”.

Raúl nunca contestó. Con 29 años se tuvo que despedir de la Selección. La Selección de su alma.

Centenario

Despedida “Nunca he sido un conspirado­r de vestuarios. Sólo intenté aunar voluntades”

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