AS (Valladolid)

La Selección, atenta a los cortes, no neutralizó el final

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Todos sabían que iba a atacar, él mismo lo avisó en la previa. Hasta se podía intuir dónde. Pero a la hora de la verdad, en la última ascensión a Gallistern­a que decidiría el Mundial de Imola, nadie pudo seguir al desde ayer nuevo arcoíris Julian Alaphilipp­e. Desbocado, con esas muecas tan caracterís­ticas, el francés abrió con su hachazo el suficiente hueco, en torno a los 15 segundos, para plantarse en la meta del Circuito Enzo y Dino Ferrari donde le esperaba la gloria. A los 28 años logró su primera medalla en un Mundial, pero la de oro. “El sueño de toda una vida”, para alegría de Francia, que ve cómo su ciclista mimado le devuelve el título mundial 23 años después de Laurent Brochard. La Marsellesa retumbó en sus oídos y en los del gran favorito, Van Aert,que le acompañó en el podio junto a la nueva perla suiza, Marc Hirschi.

Fue Francia la primera selección importante que propuso algo. Quedaban 70 km y Peters, Bernard, Pacher y Elissonde ya ponían ritmo en cabeza. Fue el primer toque de atención para los favoritos, que a partir de ahí fueron asomando en vanguardia. La que más, Bélgica, obsesionad­a con controlar, pero también una España que por entonces era un bloque sólido e ilusionant­e en el grupo de los grandes favoritos.

Los belgas, y su líder Van Aert, tenían tan claro su favoritism­o que corrieron a la defensiva. Quizá no contaban con que el ganador del Tour de Francia, Tadej Pogacar, no sólo gana carreras, sino que le gusta el espectácul­o. En un Mundial donde siempre pareció que Roglic era la primera baza, el joven de 22 años se lanzó a la aventura a falta de 41 km. Su tiro no era de fogueo por muy imposible que se presentase la gesta a falta de dos vueltas. Abrió

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