El Leganés se reconoce en el espejo de Garitano
El técnico vuelve con remontada y buenas sensaciones
Garitano retornó a Butarque 989 días después como entrenador del Leganés como si nada hubiera cambiado. Aquella pradera en la que sembró sueños sigue siendo territorio para su ley marcial. Cumplió en su redebut con la primera remontada del curso ante un Lugo que incordió en el arranque. Barreiro adelantó a los gallegos, pero en un derroche de ambición, los locales le dieron la vuelta para romper una racha de cinco jornadas sin ganar. Sabin (doblete) y Pardo certificaron un triunfo que inyecta toneladas de esperanza en el ánimo pepinero.
Decían las invitaciones a la fiesta del retorno de Garitano que era él, Asier, quien centraría las miradas, pero en éstas que el partido comenzó y un imberbe se coló en el jolgorio. Hugo Rama es de esos chicos en los que la rebeldía ensortijada de su pelo se transmite a su estilo. Y así se envalentonó en dos arrancadas que, apenas transcurridos 180 segundos, ya habían acongojado al Leganés. A la tercera cayó la vencida.
Claro que ésta fue obra de una pizarra perfecta que remató Barreiro. Minuto cuatro y ya perdía 0-1 el Lega.
Mal asunto para un Garitano que se aferró al lema que hizo grande en Butarque (El Corazón de una Ciudad) para latir con órdenes roncas en el pecho de sus muchachos. Funcionó en el primer ataque por banda que Eraso dejó manso a Sabin para fusilar (10’). Inició una nueva batalla y ahí los locales se reconocieron en el espejo de un pasado no tan lejano. Bandas, intensidad, circulación y fútbol directo. Así llegó la falta sobre Arnáiz que Pardo convirtió en gol impecable (31’).
Arreón de fútbol marinado con adrenalina que prosiguió en la reanudación. Una larga y masticada acción del Lega terminó con Seoane picando el pícaro anzuelo de Arnáiz (luego se lesionó). Falta de nuevo, pero dentro del área. Penalti que Sabin transformó con calma sin que su tanto mermara la ambición de un Lega que, en lugar de agazaparse, buscó más. Sólo un despiste en el 94’ dio a Barreiro el 3-2 sin tiempo para soñar.