AS (Valladolid)

El bienestar de Modric y Kroos diferencia al Real Madrid

La pasividad desnatural­iza al equipo de Gracia

- JAVIER SILLÉS

■ Si el Madrid juega a lo que quieren Modric y Kroos, se le abre un panorama bien distinto. Todavía más ante un rival como fue el Valencia. El partido de los de Javi Gracia resultó injustific­able, inoculados de una pasividad tan evidente como dañina. El caos posicional, la nula flema defensiva y la relajación competitiv­a (lo de Guedes fue terrorífic­o) le hicieron claudicar desde el primer momento.

Al Madrid le convienen adversario­s de este pelaje, articulado­s en un bloque bajo y de ritmo plomizo, que democratiz­an el talento incontesta­ble de Modric y Kroos. Ambos actuaron liberados, armaron el juego y pisaron zona de finalizaci­ón (siete ocasiones creadas y seis remates). Los movimiento­s en profundida­d del croata hacia la línea de fondo sacudieron al Valencia tanto como el rango de pase (101 buenos, 19 a Modric) de Kroos. En cada recepción tuvieron siempre entre dos y tres segundos para pensar y ejecutar después.

■ Dos contra uno. Guedes no ayuda nunca a Gayá y el Madrid disfruta de superiorid­ad ante el lateral del Valencia. Opción clara para Vinicius y Lucas Vázquez.

■ Sin oposición. Desmarque de Modric entre central y lateral del Valencia. Racic deja libre el medio. Lucas da continuida­d sin que Guedes le siga.

Fue un baile continuo que sólo bajó la música cuando el Madrid se contaminó en el segundo tiempo del inusual compás del Valencia.

Como símbolo, esta vez volvió la ortodoxia zidanesca y la apuesta por el 1-4-3-3 habitual. Es el sistema idóneo para encauzar la calidad de Modric y Kroos y contar con el respaldo siempre seguro de Casemiro. El gol tempranero de Benzema, otro al que el conjunto blanco necesita más que nunca, al igual que sucede con sus centrocamp­istas, hizo entender rápidament­e lo que iba a ser una tarde plácida. La duda próxima reside en la delicada armonía que respira el Madrid. Está bien vivir de Modric, Kroos y Benzema, que acostumbra­n a jugar a algo que no alcanzan muchos de sus compañeros. En partidos de este decorado no es que mantengan su vigencia, es que son simplement­e diferencia­les. Pero futuras estaciones exigirán un paso global. El Valencia solo fue un juguete en manos del Madrid.

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