AS (Valladolid)

Djokovic

- N. ALBARRÁN /

Por calidad y pundonor de gran estrella, Novak Djokovic se metió en cuartos del Open de Australia, pese a estar visiblemen­te mermado por esas molestias en la zona abdominal que a punto estuvieron de costarle su anterior partido ante Taylor Fritz, que solventó en cinco sufridos sets. También colaboró un Milos Raonic romo y sin alma, que no fue capaz de hacer daño ni con su potente servicio (26 aces) a un rival tocado y convirtió el partido, por su carencia total de sentido del ritmo, en un espectácul­o soporífero. Entre quejidos por el dolor, que se reflejaba en su rostro al golpear la bola, Djokovic clavó una faena de aliño muy meritoria, con 40 golpes ganadores, que le llevó a ganar por 7-6 (4), 4-6, 6-1 y 6-4 en dos horas y 56 minutos.

Al balcánico le espera mañana Alexander Zverev, un miura que parece bastante centrado, ya sabe lo que es llegar a semifinale­s en Melbourne (lo hizo el año pasado) y ganarle dos veces. El alemán no se enredó, pese a un mal inicio ante el serbio Lajovic, al que superó por un claro 6-4, 7-6 (5) y 6-3 en 2h 21. Nole alcanza la quinta ronda en el torneo por 12ª ocasión y se convierte en el segundo jugador que llega a las 300 victorias en Grand Slams, después de Roger Federer (362). “No pude preparar el partido, cada hora la tuve que dedicar a recuperarm­e con mi fisio y mi equipo para poder competir. Iré día a día, en el calentamie­nto tenía que decidir si jugar o no, y fue bien”, dijo al entrevista­dor de la Rod Laver. “Sascha (Zverev) y yo bromeamos que tenemos la misma lesión pero en lados opuestos”, reveló antes de sentenciar que será “una gran batalla en la que ganará el mejor”.

El primer set lo sacó adelante Djokovic por oficio y precisión. Metió un 76% de primeros

El planteamie­nto se resquebraj­ó para Nole en el segundo parcial cuando en un mal turno de saque, su rival le sorprendió después de haber sido atendido para vendarle el tobillo derecho. El remiendo le funcionó y luego, a fuerza de cañonazos, con más agresivida­d y cuidando la bola en los intercambi­os, conservó la ventaja para igualar el encuentro con el cuarto set que le ganaba Raonic al de Belgrado en 12 enfrentami­entos.

Djokovic necesitaba un plan B, presionar al resto y evitar en lo posible la derecha de la pista, donde más le costaba golpear. El revés le dio vida para dirigir el choque y por fin rompió el servicio de su pertinaz oponente. Después ya era cuestión de sacar adelante sus servicios y no hacer mucho gasto. Por puro talento de restador Djokovic sumó otro break y aceleró el final de un set en el que cometió cuatro fallos. Mantuvo la inercia en el cuarto set y remató con una nueva rotura para el 5-4. Ya no hubo vuelta atrás.

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