El campeón está muy vivo y se pasea en Roma
Goleada del temible Bayern ante una Lazio impotente
Hay equipos en la Champions que se transforman, y da igual el momento que viven, se hacen imparables. El Bayern pertenece a este selecto grupo. Los bávaros llegaron al Olímpico mermados por las bajas (Douglas Costa, Gnabry, Müller, Nübel, Nianzou, Pavard, Tolisso), cansados y procedentes de dos decepciones ligueras.
La Lazio, en cambio, venía de su mejor tramo de temporada, invicta en la máxima competición europea y con gran ilusión. El saque de inicio lo borró todo: en 45 minutos, los de Flick ya habían marcado tres goles. Su superioridad fue evidente desde el principio, aunque tuvo un aliado en Musacchio. Con un absurdo pase atrás, en el 9’, el defensa le entregó el balón del 0-1 a Lewandowski, que no lo desperdició.
Las únicas señales de vida biancoceleste llegaron después de este tanto, cuando pidieron un penalti por una falta sobre Milinkovic (que podía ser) y se vieron en la zona de Neuer. En el 24’, sin embargo, el joven Musiala recibió en el límite del área un delicado pase de Goretzka y batió a Reina. Y, antes del descanso, Sané empujó entre palos el 0-3 tras una gran carrera, un disparo de Coman y una parada del meta español.
Los romanos se volcaron al ataque en la primera jugada de la reanudación, pero el Bayern los castigó otra vez cerrando definitivamente la contienda. Sané armó un rapidísimo contragolpe, se deshizo de Patric y puso un centro que Acerbi despejó en propia puerta. Poco después, Luis Alberto, tras una bonita jugada personal, encontró en el área rival un pase al hueco a Correa, que marcó el gol del honor. A partir de ahí, los bávaros empezaron a gestionar con más calma el ritmo de juego, dejando alguna ocasión a los biancocelesti, aunque sin pasar por apuros. Flick vuelve a Alemania con más de medio pase en el bolsillo: el campeón, pese a las bajas, está más vivo que nunca.