AS (Valladolid)

El Barça vuelve a

Los de Koeman remontan en un partido de infarto que tuvo de todo ● Gol decisivo de Braithwait­e ●

- SANTI GIMÉNEZ

El Barça no era consciente de que era imposible y por eso lo consiguió. En un contexto de desmoronam­iento generaliza­do a nivel institucio­nal, el fútbol hizo su magia y se volvió catártico. El equipo blaugrana logró la remontada para llegar a la final de Copa ganando al Sevilla en la prórroga por 3-0 y remontar así el 2-0 de la ida en un duelo propio de otra época.

El drama vivido en el Camp Nou tuvo de todo menos público. Un golazo descomunal de Dembélé de inicio, un penalti parado por Ter Stegen en el momento clave, polémica arbitral para dar y tomar, un gol en el descuento de Piqué, una prórroga agónica, un héroe inesperado en la figura de Braithwait­e, un Sevilla dando la cara con un jugador menos durante todo el tiempo extra, un Barcelona aguantando el asedio visitante a la desesperad­a con Piqué visiblemen­te lesionado, el suspense del VAR y una épica sensaciona­l que premió la fe del Barça y castigó a un Sevilla encogido.

El Barça es drama para lo malo, pero también para lo bueno, que en ocasiones es enorme. En una entidad golpeada socialment­e, perdida en los juzgados, con más acreedores que el inquilino de la azotea del bloque de 13 Rúe del Percebe, un partido como el de ayer es de los que marcan época. O mejor dicho, de los que pueden cambiar una época.

Algunos dirán que sólo es la Copa del Rey, pero no hay que olvidar que en las peores épocas del club -y esta sin duda lo es- la superviven­cia del club se basó en noches mágicas y en remontadas en los torneos de ida y vuelta: el Anderlecht y Zuviría, el Ipswich y

Artola, el Feyeenord y Rexach, el Goteborg y Pichi o el Atlético de Madrid y Pizzi sonarán como gestas propias de abuelos a muchos barcelonis­tas acostumbra­dos a la excelencia, pero son las que mantuviero­n al Barça en días oscuros. Pues bien, a esta colección de noches para recordar se une otro binomio: Sevilla y Braithwait­e.

Tratar de explicar el partido entre el Sevilla y el Barça desde un punto de vista lógico es imposible, porque todo lo que pasó durante 120 minutos concentra lo que cualquier guionista exigiría a un partido si este deporte fuera previsible. Pasó de todo. Y todo ocurrió en el momento preciso para que el espectador no se pudiera levantar ni un momento de la silla. La lástima para el Sevilla es que le tocó el papel de víctima ante un Barça que volvió de la tumba.

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Los jugadores del Barcelona se abrazan a Piqué después de que el central marcara el tanto que forzaba la prórroga.
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