AS (Valladolid)

El Madrid se

Un Chelsea abrumador despide al equipo de Zidane, agotado y con demasiados jugadores fuera de punto

- LUIS NIETO

No hay peor luto en el Madrid que el del día que le bajan de la Champions. Lo toma como un desahucio de la que entiende como su casa. Pero esta vez no ofreció argumentos para discutirlo. El Chelsea, que es más yunque que martillo, le despidió sin honores. La cita le llegó al equipo de Zidane con media plantilla fuera de punto y la otra media extenuada. Y se vio a merced de un rival más oxigenado y mejor organizado, que retrasó su pase a la final más por falta de acierto que de oportunida­des. Hazard volvió a ser invisible, Vinicius fracasó como lateral, Kanté y Jorginho se tragaron a los tres magníficos del Madrid y el trío de centrales pasó un trago ante Havertz y Werner. Sólo un Courtois heroico le mantuvo con vida hasta el final. Y así se fueron los blancos de esta Champions, sin derecho de réplica, sin rechistar.

La parte buena de tener poco donde elegir es que tampoco hay demasiado donde equivocars­e. Así lleva Zidane meses tras casi sesenta lesiones y un buen número de episodios de coronaviru­s. Ramos no jugaba un partido desde finales de marzo, pero en un dibujo de tres centrales sin Varane era irremediab­le ponerlo. Más por eliminació­n que por su capitanía extrema, de esas que se echan a la mochila los 119 años de historia del club. Y la segunda gran decisión fue ponerse en pies de Hazard, por el que el club pagó 120 millones de euros para estas noches y no para dar descanso a los principale­s en Alcoy o similar. Potencialm­ente no hay mejor compañía para Benzema en la plantilla. Otra cosa es que, en su caso, el cuánto ofrece se ha visto sustituido por el cuánto dura. El segundo capítulo también sigue en blanco. En Stamford Bridge desfiló de nuevo en silencio.

En el plan también cupo como lateral derecho Vinicius, uno de esos futbolista­s que traen lo que no puede entrenarse, la velocidad. Debió imaginar Zidane que el Chelsea de Tuchel le otorgaría el espacio que le cerró en Valdebebas para ponerle lejos de su papel y de su banda. Quizá pensó, también, que con él podía transforma­r el 3-5-2 en un 4-3-3 sin un pestañeo, pero ni por fuera ni por dentro pudo derretir al Chelsea. Vinicius nunca estuvo en el partido.

Al otro lado, Tuchel premió el último doblete de Havertz, el fichaje más caro del verano, a costa de Pulisic, una pesadilla en Madrid. En cualquier caso, el corazón del equipo está más atrás, en Kanté y Jorginho, que parecen huidos de un maratón. Malo si se baila con la música que ellos pinchan.

El primer golpe de vista dejó tres entradas de castigo de los jugadores del Chelsea, una advertenci­a

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Esta es la milagrosa parada que Courtois le hizo a Havertz al inicio del segundo tiempo, desviando con su pie derecho el balón que iba a suponer el 2-0.
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