AS (Valladolid)

Del lío al oro

El K4 500 de Craviotto entierra el turbulento proceso de selección y aspira a todo en Tokio

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un presunto juego sucio en Trasona (Asturias) por parte de Craviotto, Cooper, Arévalo y Walz, que por otra parte fueron los mejores en las regatas. Por las normas de la Internacio­nal, España sólo puede llevar a seis palistas a los Juegos y su nómina de campeones es tan extensa que el polvorín estalló.

“Enseguida pasamos página. Llevamos cuatro años con el objetivo de los Juegos y no podíamos permitirno­s pensar en otra cosa. Teníamos que probar el K4 nuevo (el que utilizaban quedó destrozado en un accidente de tráfico en febrero) y como teníamos que desarrolla­rlo en la fábrica de Portugal decidimos quedarnos trabajando allí diez días. Fueron muy buenos, centrados”, recordaba ayer su técnico, Miguel García, desde una escala en Múnich. Craviotto llegó a perder hasta cuatro kilos por el estrés: “Fue complicado”.

“La puesta en escena en Szeged tenía que ser buena, porque llevábamos desde agosto de 2019 sin competir, y hemos salido reforzados”, cuenta García. Entre otras cosas, por un cambio de posición en la piragua. Cooper palea ahora detrás del marca Craviotto y

“Con él hacemos test, sacamos informació­n y cuantifica­mos las sensacione­s de los deportista­s. El feedback es muy importante. Si la embarcació­n es rápida pero no van cómodos damos pasos hacia atrás. Hay que compensar las dos variables y estamos mejor que hace dos años”, apunta. Han mejorado en la salida, como demostraro­n en Hungría.

“Ahora falta trabajo de tolerancia al lactato para ser capaces de mantener una velocidad muy alta durante toda la carrera (alcanzan una punta de 28 km/h) y trabajar muy bien la parte final. Los alemanes también tienen su punto de mejora y nos emplazamos a un nuevo combate en los Juegos”, avanza el entrenador. Tras unos meses infernales, la tensión se ha liberado positivame­nte. Ahora sí, el K4 apunta a todo en Tokio.

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