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Rumbo a zona catastrófi­ca

El Levante saca de la Liga a un Madrid con diez ● Militao fue expulsado a los ocho minutos Morales y Roger remontaron el gol de Asensio ● Courtois paró un penalti

- LUIS NIETO REPORTAJE GRÁFICO JAVIER GANDUL

Perseguir exige. Perseguir de lejos exige y desanima, porque cualquier adversidad se antoja decisiva, porque cualquier tropiezo puede ser el último. El Madrid, con una defensa remendada, jugó 82 minutos con diez y el partido se le hizo bola. Ni siquiera adelantars­e en el marcador le fortaleció. Quedó la impresión de que en el lance crucial no sólo perdió a Militao, sino que perdió la fe en la empresa cuando aún no se ha llegado a febrero.

El Levante es un equipo peculiar, mucho más marchoso que los de su condición y presupuest­o. Atrevido incluso cuando se mueve en situacione­s que invitan al recogimien­to. Arriba o abajo, procura jugar a lo grande, con sus dos puntas de reglamento más Morales, el tercer hombre, disfrazado de extremo. Y echándole cara salió al Di

Stéfano. Le va el campo abierto y ahí da y recibe desde el primer minuto. Así que sus partidos son una película de aventuras.

Esta vez comenzaron sobre los primeros títulos de crédito: en 12 minutos Morales casi aprovechó un error de traducción entre Odriozola y Courtois; Hazard dibujó una diagonal de 80 metros que le acercó a su hoja de servicios y no culminó Benzema; Militao se fue a la calle, vía VAR, por detener casi sin querer a Sergio León como último hombre con Ramos en la grada; y Asensio, a la contra, puso por delante a un Madrid en inferiorid­ad tras pase de Kroos mientras el Levante pedía un penalti poco claro de Mendy a Melero y se quedaba con la espalda al aire.

Aquella crónica de sucesos condujo a un volantazo en el guión. El Levante se quedó con la pelota y sin el espacio, dos contratiem­pos. Y Bettoni/Zidane, que hicieron calentar a Chust, acabaron colocando a Casemiro junto a Varane en esa operación acordeón que dispuso al Madrid en un 4-4-1. El adelgazami­ento de la plantilla del Madrid, fruto de la política restrictiv­a del club, y la oxidación de una parte significat­iva de la misma han acabado por obligar a jugadores a ser lo que no son: Lucas Vázquez, lateral; Modric, recuperado­r; Benzema, ultragolea­dor; Casemiro, central. Jugadores todos con la mili hecha que han aceptado la reconversi­ón en una fase adulta de su carrera.

En la tabla de reciclaje también cabría incluir a Odriozola, un extremo que dista mucho de ser lateral, aunque como tal lo fichó el Madrid. Morales se le coló por la espalda para meter un bote pronto espectacul­ar y empatar el partido. Antes

y después Courtois salvó varios remates de Roger, otro del cuerpo de artillería. Los indicios apuntaban a un calvario del Madrid con Casemiro como heroico rompeolas. Y se cumplieron.

Y es que la propuesta del Levante invitaba a alargar mucho al equipo, a cortarle las piernas en ese ir y venir del partido de costa a costa. Con todo, el equipo blanco tuvo la primera gran ocasión de la segunda mitad. Un resbalón en el momento del golpeo dejó muy desairado a Benzema.

El encuentro sufrió un parón hasta que Medié pitó otro penalti microscópi­co. Vinicius derribó a Clerc con la punta del pie sobre la línea del área. Fue la primera acción, absurda, del brasileño, que había relevado al siempre insustanci­al Hazard para jugar en la derecha, la banda que se le indigesta. Courtois se lo paró a Roger con una mano de hierro.

Vinicius entró en el partido dando vueltas de campana, pero de inmediato por él empezó a respirar el Madrid. Su velocidad no estaba al alcance de ningún centinela del fatigado Levante. Si embargo, al resto le pesaba demasiado ya la carrocería. Y el Madrid acabó tragándose el segundo tanto. Fue en la redención de Roger, que de control y remate a la media vuelta sacó al Madrid de la Liga con carácter presuntame­nte irreversib­le.

La reacción del banquillo blanco pareció estrafalar­ia. Mariano por Benzema, Arribas por Asensio. Pieza por pieza cuando ya estaba declarada la zona catastrófi­ca en un partido que sonó a punto final.

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Courtois firmó esta parada impresiona­nte, con la mano derecha, en el penalti lanzado por Roger en la segunda parte. Pero no pudo evitar la derrota.
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