Misión cumplida
Ferrari luce su poderío con cinco días de test invernales muy poco habituales en la F1 moderna ● Carlos Sainz refuerza su adaptación en la pista
Siempre es un buen síntoma cuando un F1 está en el asfalto. Lo hizo Renault en otoño, con varias jornadas de test para Alonso y el resto de jóvenes que confirmaron el compromiso de la escudería y el poderío económico del fabricante, y lo ha hecho Ferrari esta semana con cinco días de entrenamientos, más de 500 vueltas y unos 1.500 kilómetros en el circuito de Fiorano con el SF71H de 2018. Por allí pasaron desde Charles Leclerc hasta Mick Schumacher, pero el protagonista fue Carlos Sainz con unas 170 vueltas de estreno que equivalen a 500 kilómetros.
Los tiempos no son oficiales ni, en este caso, relevantes, pero sí se sabe que los de Sainz fueron, obviamente, competitivos. Como advirtió Leclerc,
“si es piloto de Ferrari, sabe lo que hace”. Sobre ese aspecto tan mediático de las prioridades internas, desde el garaje advierten de que nadie tiene intención de comparar entre compañeros porque el objetivo es que el SF21 sea competitivo y la posición en el campeonato de constructores, digna (un tercer puesto). Para eso, ambos necesitan sumar mucho. Aunque el triste final de Vettel, un tetracampeón reducido a la mínima expresión en 2020 (y fatigado, a juzgar por su nuevo aspecto en Aston Martin), augure meses difíciles hasta que un Ferrari vuelva a ganar carreras y habilite el beneficio de la duda.
La adaptación de Sainz a las particularidades de un Ferrari queda muy avanzada, en sus tandas experimentó con diferentes cambios de set-up para habituarse al comportamiento del coche. Y sobre todo trabajó los procedimientos del volante, salidas, y demás formalidades que se dan por supuestas en cualquier piloto de F1 pero que en algún momento había que consolidar con el nuevo equipo de trabajo, ingenieros, mecánicos y demás. Las dos décimas que brinda un coche cuando se conoce a fondo están más cerca.
En cuanto a la adaptación cultural, la nota es sobresaliente: Carlos habla perfectamente italiano desde su periplo en Toro Rosso, y ya se manejaba bien cuando pilotaba en el kárting. Latino y apasionado, como Ferrari, enamorado de la cocina italiana (echará de menos las lasañas de ‘Valentina’, su restaurante italiano de cabecera en Woking), concuerda mejor que otras personalidades germánicas, nórdicas o anglosajonas con la idiosincrasia de este fabricante. No hay más que comprobar in situ, frente a la grada de Monza, las reacciones de los tifosi que provocan Alonso, Massa o Barrichello frente a otros ex más recientes. A excepción del Kaiser.
En una entrevista que publicaba la escudería recientemente, Sainz manifestaba: “Si hay un equipo de esta parrilla que puede volver a estar delante, ese es Ferrari. Tengo confianza total en el proyecto y aunque el proceso lleve tiempo, estoy seguro de que el equipo volverá a ser ganador más pronto que tarde”.
“Sólo ha habido dos objetivos en mi cabeza: ser piloto de F1 y ganar el Mundial. Después de lograr el primero, todo mi empeño está dirigido hacia el segundo y no hay un mejor sitio que Ferrari para intentarlo”, advierte el madrileño, de 26 años, ante su séptima temporada de F1 tras pasar por Toro Rosso, Renault y McLaren. Es una carrera de fondo, pensando en el medio plazo y en el cambio de reglas de 2022. Pero ya se han apagado los semáforos y el arranque no ha podido ser más certero.
Del 12 al 14 de marzo serán los test de pretemporada en Bahréin (se habla de un filming
day el día 11) y el 28 del mismo mes, primer GP del año.
Sainz completó 500 km, los tiempos no son oficiales
El madrileño habla italiano y encaja con el carácter de Maranello