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Otra humillació­n con consecuenc­ias

El 1-4 del PSG amenaza el proceso de renovación de Koeman; vacas sagradas y jóvenes, señalados

- JUAN JIMÉNEZ

Cuando parecía estar poniendo algunas piedras para su reconstruc­ción, el Barça volvió a volar en pedazos el martes contra el Paris Saint Germain. Las humillacio­nes europeas empiezan a ser el pan de cada año en Barcelona y ya no se cuentan ni con los dedos de una mano. Después de París (4-0), Turín (3-0), Roma (3-0), Liverpool (4-0) y Lisboa ante el Bayern (2-8), llegó otro derrumbe simbólico, en el viejo Camp Nou del que se debate en estos días sobre su reconstruc­ción. El 1-4, que recordó a aquella goleada encajada por el Barça de Van Gaal ante el

Dinamo de Kiev, con un hattrick de otra estrella emergente por aquella época, Andrei Shevchenko, deja muy tocado el proceso de revisión que Koeman inició en agosto.

“Estamos cambiando cosas. Sé lo que quiero. Estamos en mitad del camino”, quiso reivindica­r el holandés. Pero ese camino tiene incógnitas. El Barça volvió a demostrar que sus vacas sagradas se han hecho mayores. Piqué tuvo una reaparició­n de pesadilla; a Jordi Alba le dio la noche Kean y Busquets se ve superado en estas noches físicas europeas. Pero no sólo los veteranos quedaron marcados, también los jugadores que debían coger el bastón de mando. Ter Stegen estuvo dubitativo de nuevo en una gran noche, sin saber ocupar los espacios. Griezmann no encontró el gol y Dembélé fracasó estrepitos­amente. A los jóvenes también les engulló la noche. De Jong y Pedri no pudieron empujar al equipo. Y aunque tenía un búfalo delante, Dest dejó dudas sobre su nivel. Persiguió sombras.

Y luego está lo de Messi. Tentado por el PSG, si se trataba de medir la competitiv­idad de los equipos, el 1-4 se lo aclara. A los parisinos les sobró con Mbappé y una buena actuación coral para arrasar sin necesidad de Neymar. El argentino anunció en diciembre que esperaría hasta final de temporada para tomar una decisión, pero tal vez el 1-4 le dé pie a acelerarla. La noche del martes apuntó a una transición larga en un equipo con limitacion­es que necesita cambiar muchas cosas en la plantilla, pero que se encuentra en una situación económica complicada para hacerlo. Si Messi tiene prisa por ganar más títulos, Barcelona no es su sitio.

Messi Si se trata de seguir por el nivel del equipo, el PSG se lo dejó claro

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Mbappé celebra uno de sus goles mientras Kean corre a abrazarle y Ter Stegen, Lenglet y Piqué se resignan.

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