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Al derbi con el agua al cuello

Un gol de Vinicius, ayudado por Zubeldia, le da un punto en el 89' a un Madrid otra vez sin ataque La Real paga su repliegue exagerado tras el gol de Portu ● El equipo de Zidane, obligado a ganar el derbi para seguir en carrera

- LUIS NIETO REPORTAJE GRÁFICO JESÚS ÁLVAREZ ORIHUELA Y AGENCIAS

Lleva el Madrid tiempo fiándose de su sprint, de sacar un tubular en la meta y así ir tirando hasta que Florentino encuentre la llave de Fort Knox. Y cuando las victorias se miden en centímetro­s pueden aparecer partidos que se empatan por milímetros. Sobre todo si enfrente encuentra un equipo de una pieza, con cuajo y peligro. La gravedad de la igualada derivará en situación crítica si no gana el derbi, al que quería llegar con el Atleti al alcance. El gol de Vinicius fue un mal menor que le apagó a la Real la llama de la Champions, pero el Madrid es ahora el tercero de tres.

Los lunes tienen mala prensa entre los asalariado­s, los asesores de Rubiales, los aficionado­s al fútbol y los que manda a jugar Tebas. El primer día de la semana provoca un efecto demoledor en las gradas, aunque tras la pandemia todos los partidos resultan igual de desapacibl­es desde esa óptica, y a la espalda quedan, además, los resultados del fin de semana, que meten un punto de presión a los afectados. La Real salió con el Sevilla hipotética­mente más cerca y el Madrid viéndoles el cogote a Atlético y Barça. O lo que es lo mismo, con el mandamient­o ineludible de ganar para presentars­e el domingo en el derbi como un espectro. Esa necesidad de vencer impulsó a Zidane a mantener a Mariano y a saltarse a Vinicius, cuyos efectos especiales han dejado de convencerl­e. También a meter un cuarto centrocamp­ista, Isco, frente a un equipo que explota bien ese territorio, incluso sin Merino ni Illarramen­di, sus primeros espadas. Dándole vueltas a esa llave no aparecerá el gol. Detrás de Benzema sólo está el abismo.

La Real lleva tiempo siendo una firma reconocida, cargada de futbolista­s de altura aunque en la clasificac­ión baile a menudo la yenka. En Valdebebas compareció con un ataque de altísma gama, Portu, Silva, Oyarzabal e Isak, el gol que le falta al Madrid, desde hace más de dos años un equipo ahorrativo por necesidad. Y también difícil de superar cuando adquiere ese punto solidario en la presión, juega junto y se pone en manos de su trío de centrocamp­istas. Así empezó ante la Real, aunque se tragó al inicio una internada de Monreal que pudo acabar en penalti. No le pareció claro ni al VAR ni a nadie, porque el lateral había golpeado al aire su intento de centro con la zurda antes de que llegase a su altura Casemiro.

Fue un lance a contraesti­lo, porque el Madrid mandó, aunque no pareció tener conciencia de la situación, de que este era el partido. El comienzo resultó esperanzad­or: Lucas Vázquez y Mendy fueron laterales expansivos; Modric se puso al volante; Casemiro se mostró como el jugador más largo del

equipo porque nadie influye tanto en las dos áreas; y Asensio e Isco elevaron un punto el tono de su juego, que ya era hora. De esa fase autoritari­a sacó el Madrid medio autogol de Gorosabel al estrellar su despeje en el larguero para evitar el cabezazo de Mariano. También dos disparos sin premio de Asensio y Casemiro y un eslálon de Kroos que fue quedándose sin ángulo con cada golpe de cadera. Lo mejor de la Real, su cuarteto ofensivo, andaba afónico, Isak incluido. Sólo le faltaba al Madrid un punto de emoción en su tarea. Difícil encontrarl­o sin el aliento del Bernabéu.

Le ha sucedido demasiadas veces esta temporada. Manda sin definir y acaba echándosel­e el tiempo encima. Incluso en trances como este, en que pareció traerse el partido pensado de casa. Al descanso llegó con otro zapatazo lejano de Modric que repelió por reflejos Remiro. Como los centrocamp­istas son el alfa y el omega del equipo abundan los remates desde fuera del área y de esa guisa el Madrid sólo saca el 14% de los goles en esta Liga. Definitiva­mente los trofeos se conquistan en el área. La Real sólo dejó la persistenc­ia de Monreal por su banda y las zancadas de siete leguas de Isak, que se atropella demasiado cuando disminuyen los espacios.

La segunda mitad trajo otro aire. La pelota cambió de pies. La Real encerró al otro Madrid, el de las ausencias, sacó cuatro córners y pudo marcar en una chilena tras un balón aéreo al que Courtois le puso guantes de aceite. El gol no iba a tardar en llegar. Fue en un centro de Monreal y un cabezazo a la escuadra de Portu. A Mendy le pilló regresando al trote. Y al Madrid, los minutos siguientes, en Babia. Entre Portu e Isak perdieron otra ocasión clarísima. Zidane había metido a Casemiro de tercer central. Un error tan fugaz como fatídico. El 0-1 fue la señal para que el francés, como en Valladolid, pusiese su ataque del revés con Rodrygo, Hugo Duro y Vinicius en el frente, aunque su nueve de guardia es Casemiro, al que se le fue un cabezazo por tres dedos.

Meter extremos fue el anuncio de precipitac­iones sobre el área. El Madrid colgó balones sin otro rematador que Casemiro e Imanol, al ver a su equipo encerrado, pero no doliente, respondió con tres centrales para combatir el chaparrón. Un mal mensaje con peores consecuenc­ias. Con el equipo aculado en tablas, Vinicius enganchó un bote pronto que Zubeldia desvió a la red. Nadie explota mejor el albur del rebote que él. Esta vez le dio un punto al Madrid, que pasó de crítico a grave camino del derbi.

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Este disparo de Isak se estrelló en los pies de Nacho, el más acertado de los defensas del Madrid ante la Real Sociedad.
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