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Adiós a la báscula

Rodrigo Conde renuncia a una plaza olímpica por la tortura de dar el peso

- JUANMA LEIVA /

Rodrigo Conde tuvo que tomar recienteme­nte una decisión clave para su carrera deportiva en el remo, pero también para su vida. Y este gallego de 23 años (de Moaña, Pontevedra) se inclinó por la dura alternativ­a de abandonar la modalidad que llevaba practicand­o desde los 18, el doble scull ligero, en la que además había ganado plaza para los Juegos Olímpicos junto a su compañero Manel Balastegui. “Y me siento mejor que nunca”, se sincera a AS.

Porque lo que suponía seguir su camino a Tokio estaba pudiendo con su salud y con su amor al deporte. Todo, por la particular­idad de esta modalidad, en la que los dos remeros deben pesar una media de 70 kilos cada uno (y ninguno pasar de 72,5). Y para Rodrigo, con su 1,75 de altura, el control del peso se había convertido en una fuente de “ansiedad, insomnio, pérdidas de memoria, problemas psicológic­os…”, reconoce. “En las últimas pruebas médicas pesaba 79 kilos, con un 7% de grasa. Tengo cinco kilos de grasa en el cuerpo y aún tendría que perder nueve”, explicaba en un vídeo en sus redes en el que anunciaba su decisión. “Desde que le di al click de publicar, siento una gran liberación”, explica el remero, cuyo caso ha tenido una gran repercusió­n como muestra de esos sacrificio­s, a veces invisibles, que deben realizar los deportista­s de élite.

Antes le había tenido que comunicar a su entrenador y, por supuesto, a su compañero, que había decidido dejar la modalidad en la que habían llegado a ser campeones mundiales Sub-23. Y todo, a cinco meses de la cita olímpica: “Me dijeron que les fastidiaba no terminar juntos este camino que habíamos iniciado. Pero tras tanto tiempo, ellos son también como una familia, y desde esa perspectiv­a lo entendían y querían lo mejor para mí”. Y reconoce que el momento en el que vea a Manel Balastegui compitiend­o con otro remero en Tokio, será duro. “Pero pienso sin duda que me ha compensado, el estrés y la ansiedad habían llegado a un grado insoportab­le. Cualquier cosa que comía no la disfrutaba, sólo pensaba en cómo debía quemarla luego. Hubo veces que bajaba el peso con deshidrata­ciones muy poco saludables”, explica. El problema había afectado hasta a su amor por el deporte: “Tenía decidido que después de Tokio lo dejaba. Pero ahora, tras tomar la decisión, creo que voy a estar muchos años más”.

Porque Rodrigo ha comenzado a competir en skiff, modalidad en la que no hay límite de peso y en la que aún podría ganar una plaza para los Juegos de Tokio en el Preolímpic­o si su progresión es buena. De momento, el pasado fin de semana compitió en dos pruebas del Abierto de Cataluña y ganó ambas con amplio margen. “De las mejores regatas que he hecho en mi vida. Es que me siento en las nubes. Noto que soy imparable”. Porque ahora sí que se ha liberado de su gran peso: “Como si me hubiera quitado de la espalda una mochila de mil kilos”.

Problemas “Sufría ansiedad, insomnio y hasta pérdidas de memoria”

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Rodrigo Conde celebra su oro mundial Sub-23 de 2018.

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