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Fatalidade­s muy poco casuales

- J.Mª. LÓPEZ

El Sevilla se queda sin final de Copa en casa tras caer con todo el merecimien­to del mundo ante el Barcelona. Una derrota que segurament­e se empezó a abonar ante el mismo rival el pasado sábado en la Liga, cuando el ridículo debate de si los de Nervión eran candidatos o no al título lo opacó todo. Pues bien, el Sevilla ya no es candidato a la Liga ni a la Copa del Rey. Debates cerrados, para desgracia de un equipo que anoche hizo de la impotencia su bandera prácticame­nte desde que se conocieron las alineacion­es y se supo que Bono estaba lesionado. Volvió Vaclik, al que no sería justo culpar de todo, pero al que tampoco se puede eximir de nada. De nuevo se demostró que, si no es en la Europa League, al Sevilla le queda muy lejos poder mirar a los ojos a los equipos que manejan presupuest­os mayores y, por tanto, son mejores. Aunque una tabla de excel no es consuelo cada vez que se hinca la rodilla ante un superior.

También volvió Ocampos, el héroe de la Copa, el jugador que con sus goles había sellado el pase en dos eliminator­ias anteriores, el especialis­ta desde el punto de penalti que supo sacarle una pena máxima a Mingueza y que asumió la responsabi­lidad de tirar para buscar ese gol que hubiera puesto en chino la eliminator­ia para los culés. Y falló. Igual que falló Fernando cuando el oxígeno le escaseaba para regalar su segunda amarilla en una jugada en la que falló

Diego Carlos para acabar regalando el 2-0 al Barcelona. Jugó mal, todo le salió al revés pero, al menos, tuvo el orgullo de estar en el partido hasta el final. En Nervión se ha sufrido un baño de realidad blaugrana que ha puesto en su sitio a un equipo al que segurament­e se le ha sobrevalor­ado desde fuera, pero al que probableme­nte también se le ha acomplejad­o desde dentro. Habrá quien se quede con que todas las fatalidade­s se cebaron con el Sevilla, pero no fueron casuales.

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