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Con el banquillo EL TIEMPO

Las nueve bajas dejaron indefenso al Madrid ● El Getafe estrelló un balón en el palo y mereció más Heroica actuación de Courtois ● Benzema sólo jugó la última media hora y Kroos ni salió ● Gol anulado a Mariano

- LUIS NIETO REPORTAJE GRÁFICO JESÚS A. ORIHUELA

Lo que queda del Madrid no alcanza. Tres palizas y nueve bajas acaban con cualquiera. Más si en tiempos de coronaviru­s se permite desplumar la plantilla (Odegaard, Jovic, Mayoral...) sobre la marcha. Así que un equipo extenuado, sometido a cirugía mayor en la alineación y con un adversario necesitado enfrente se dejó parte de la ventaja que le dio el Clásico y se separó del cogote del Atlético. Pudo ser peor sin algún milagro de Courtois. El Getafe tuvo momentos de su edad de oro, pero en puntería estuvo como el resto del curso, a bajo cero.

Llegar vivo a mañana. Ese es el largo plazo del Madrid. El partido a partido sin conservant­es ni colorantes. La plantilla resulta ahora variadísim­a: lesionados a tiempo completo (Ramos, Mendy y Lucas), lesionados a tiempo parcial (Carvajal y Hazard), confinados (Varane y Valverde), sancionado­s (Nacho y Casemiro), exprimidos (Modric, Kroos, Benzema…) y oxidados (Odriozola, Marcelo, Isco, Mariano…). El resumen rápido es que llegó a Getafe con nueve ausentes y Zidane añadió dos más de salida: Kroos (que tampoco jugó un minuto) y Benzema. De ese once con el que soñaría para la final de una Champions sólo quedaron Courtois y Modric. Una rotación extrema de los tiempos del banquillo de oro sin oro en el banquillo. Ahí sólo quedan ahora canteranos enviados a Stalingrad­o, muchos con 90 minutos con el Castilla el día anterior. Con tales privacione­s le quedó a Zidane un once sin más mediocentr­o que Modric, cuatro mediapunta­s y Mariano. Un ensayo clínico que no funcionó.

En el Getafe la crisis es de fe. Y eso resulta aún peor. Sin razón aparente, el presidente deja de creer en el entrenador y el mensaje de este al vestuario, que fue ley, se lo ha llevado el viento. Así que como Bordalás está convencido de que el problema no es de nombres compuso un once poco revolucion­ario, con Ünal como segundo punta y sin Kubo, que aquí tampoco ha roto en primer espada.

En cualquier caso, el grupo parece tener conciencia del peligro y se echó sobre ese Madrid de retales de fuera hacia dentro. Lo mejor del Getafe está en sus bandas, con Aleñá y Cucurella. Y resultan más vistosos si enfrente encuentran laterales sin retorno como Odriozola o Marcelo. En diez minutos llamó tres veces a las puertas de Courtois, aunque el belga sólo fue relevante en un remate forzado de Olivera. Con todo, no fue ese Getafe triunfal que mortificab­a con su presión, con su juego interrumpi­do, con su propensión al balón largo. Un equipo que se hacía pelmazo. Al Madrid también le permitió llegar. De hecho, en esa fase,

Mariano marcó un gol en una contra invalidado por un fuera de juego de una uña. Así se lo pareció al asistente y al VAR. El tren pasaría otra vez para él poco después. Y su cabezazo mordido lo salvó sobre la línea Timor tras una salida al viento de David Soria.

El partido amaneció, pues, con ida y vuelta, una agitación que nunca le fue al Getafe pero lógica vista la abrumadora mayoría de jugadores de toque frente a los de quite en el Madrid. En cualquier caso, tuvo más sustancia el ataque azulón. Un cabezazo picado de Mata topó en el palo en esos minutos de paciente ataque de los Bordalás, que apretaron de verdad al Madrid con sus dos puntas corpulento­s.

El Madrid, como en Liverpool, tuvo poco de insistenci­a y mucho de resistenci­a. Quedó la percepción de que pretende que no se le lleve la riada hasta que amaine. Y Modric evidenció por qué era el único titular de verdad e Isco, que aún es futbolista de provecho. Del gol, antes del descanso, sólo estuvo cerca en las dos ocasiones frustradas de Mariano y en un cabezazo franco y sin colocación de Vinicius.

La segunda mitad sacó a flote que Modric, por falta de hábito, arriesga como un mediapunta donde no es aconsejabl­e hacerlo para un pivote. En dos malas salidas suyas y otra imprudente de Marcelo se vio en el abismo el Madrid. Las dos primeras pasaron de largo. En la tercera, Courtois se vio obligado a la parada del partido en zapatazo de Ünal.

Ante la falta de progresos y una presión más fiera del Getafe, Zidane ya no pudo contenerse. Metió a Benzema y, aunque recluta, a un mediocentr­o de verdad, Blanco. Un movimiento de doble intención: la de aminorar pérdidas de riesgo en el inicio de las posesiones y la de dar más cancha ofensiva a Modric e Isco. El Madrid no había existido en ataque en la segunda mitad. Su apariencia era la de un equipo exhausto, al límite, por encima de sus posibilida­des físicas. Lo vio también Bordalás, que tiró de Ángel, el goleador de segunda instancia. Pronto cogió el hilo del partido. Su primer remate se le fue por un palmo. Luego reclamó un penalti de Militao y Courtois tuvo que sacar su mano para detener a un Getafe entonces claramente superior en ambición y empuje.

Benzema, el fichaje de la última media hora, resultó aún más irrelevant­e que Mariano. Y así el Madrid se alejó de la cabeza y quedó a distancia de tiro del Barça. Ahora sólo está en manos de sus dolientes rescatador­es.

 ??  ?? Impresiona­nte aspecto del Coliseum, el estadio del Getafe en el que ayer el Madrid no pudo pasar del empate (otra vez sin público en las gradas).
Impresiona­nte aspecto del Coliseum, el estadio del Getafe en el que ayer el Madrid no pudo pasar del empate (otra vez sin público en las gradas).
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