Veo el vaso más lleno tras la tarde en el Camp Nou
Pues a pesar de dormir anoche sin depender de uno mismo, debo de reconocer que después del partido en el Camp Nou, mi estado de ánimo mutó a color optimista. Antes del encuentro y teniendo en la retina algunos pasajes de esta segunda vuelta, por ejemplo el primer tiempo en el Pizjuán o en San Mamés, con aquella puesta en escena acampando en el jardín de Oblak, todo cayó en el olvido tras degustar la gran primera hora rojiblanca ante un anémico Barcelona. Con un dibujo defensivo acertadísimo de Simeone, buscando con los tres centrales en bloque medio contrarrestar el juego interior de los Messi, Pedri, De Jong y Griezmann. Le sumaba el atrevimiento en fase ofensiva con los galgos Llorente, Correa y un extraordinario Carrasco (pena la lesión de Lemar al poco comenzar el partido, jugador único a la hora de girar en espacio reducidos), que se favorecían de la salida de pelota de un Hermoso al cual no seguía Messi, dividiendo y elaborando como un pivote más.
En un partido donde no cabe ningún reproche en actitud, valentía y dibujo, sólo lamentar no ser precisó en los acercamientos que tuvieron en esos 70 minutos de control. El último tramo de partido solo fue, con la entrada de João, una declaración de intenciones de Simeone de ir a por el partido. Pocos minutos duró esa decisión. El cansancio de Koke hizo que aquello se convirtiese en algo que le da alergia al técnico argentino: un correcalles. Así que Kondogbia al campo para ponerle freno. En una temporada de excepcionalidad y donde los jugadores están llegando extenuado física y mentalmente al final, no dudo que todavía quedan resultados inesperados que vacíen o llenen el famoso vaso. Y la verdad es que yo, después de que los rojiblancos abriesen el grifo en el Camp Nou, lo veo más lleno que antes del partido.