Clamoroso Nadal
El balear vence a Schwartzman ante 5.000 espectadores ● Se enfrentará mañana a Djokovic en su 14ª semifinal
Ante un público numeroso y entregado, cuyo regreso a los espectáculos deportivos tiene sus ventajas y sus inconvenientes para los jugadores, Rafa Nadal sacó adelante un partido duro contra Schwartzman en los cuartos de final de Roland Garros (6-3, 4-6, 6-4 y 6-0 en 2h:45). Al balear le perjudicaron en algunos momentos los gritos a destiempo de los espectadores, que querían rentabilizar el precio de las entradas en un partido largo y disputado. Por eso animaban mucho al argentino. “Diego, Diego, Diego…”. Aunque también le dieron al 13 veces campeón la gasolina que echaba de menos en forma de clamor y aplausos cuando acertó a ganar algunos puntos espectaculares. “Muchas gracias a todos”, dijo tras su victoria.
En esa montaña rusa de emociones, Nadal alcanzó por 14ª vez las semifinales del torneo, 35ª entre los cuatro Grand Slams, aunque se dejó un set por el camino y su racha en París se detuvo en 36 consecutivos desde la final de 2019 ante Thiem. Mañana se enfrentará al serbio Novak Djokovic por un puesto en la de 2021.
Hacía dos años que en Roland Garros no se vivía una jornada como la de ayer, con las gradas de la Philippe Chatrier no llenas, pero sí con un ambiente más propio del tenis prepandemia. Alrededor de 5.000 personas vivieron con pasión el partido, gracias a la atenuación de los protocolos anticovid en la capital francesa, que permiten más aforo siempre que se presente un pase de salud con un test de antígenos, una PCR, una cartilla de vacunación o un certificado que indique que se ha pasado la enfermedad. Con la gente volvieron los cánticos taurinos, los gritos, la animación y alguna que otra salida de tono. El bullicio, vaya.
En la pista, Schwartzman intentó superar de nuevo a Nadal, que domina por 11-1 en el cara a cara, y lo consiguió en el segundo set y hasta el 3-4 del tercero, cuando el español, enfervorecido por unas acciones muy celebradas y en las que se animó con rabia, tomó los mandos y ya no flaqueó. Había pasado por malos momentos, en parte por méritos del bonaerense y en buena medida por errores propios. En esos instantes de inspiración de uno y zozobra del otro, se vivió esa anomalía de verle perder un set, que desapareció antes de una cuarta manga exprés en la que le colocó un rosco para un parcial global de 9-0 al bueno de Diego. Este temía que con el sol, Rafa se volviera invencible y al final lo fue pese a que esporádicamente aparecieron algunas nubes que el astro dispersó.
Entre las virtudes que lució, al margen de la movilidad, estuvo la efectividad de los segundos saques (ver ficha). Además, la victoria, aun con ese tropezón de la segunda manga, le sirve y mucho, porque fue como un banco de pruebas de ritmo, tensión y presión justo cuando llega la hora de la verdad.
En París
La racha de sets ganados por Nadal se para en 36