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Dinamita Higgins

El ahijado de Jordan rompe al Madrid con 14 de sus 26 puntos en un tercer cuarto decisivo ● El Barça gana 1-0

- RICARDO GONZÁLEZ LA CRÓNICA

Hay jugadores predestina­dos, por talento, físico, trabajo, dureza mental y ambición, a escribir historias de éxito en el baloncesto. Deportista­s rotundos, que marcan la diferencia entre llevar a su equipo por un camino corriente o empujarlo por uno más atrevido que conduce a la victoria. Y uno de ellos es el escolta estadounid­ense Cory Higgins, que hoy cumple 32 años. El ahijado de Michael Jordan dinamitó la final (75-89) cuando su Barça no sabía si levantarse o zozobrar ante un Madrid con serios problemas para generar juego, con un perímetro agotado por el calendario, mermado por las lesiones y envejecido por los años, pero que a la vez era un bloque que abrasaba al enemigo en el rebote ofensivo (21 a 9). Números disparados también por el paupérrimo porcentaje local en el lanzamient­o.

Higgins agarró por la solapa un duelo en el que primaban las defensas y lo hizo trizas a latigazos de clase en el uno contra uno. Hasta diez puntos seguidos para dar un volantazo de rally, 14 en el tercer cuarto y 25 totales con 8 de 11 en tiros de campo. Un talento boyante en la línea exterior del que carece el Madrid, una pieza desequilib­rante que da títulos, o te acerca mucho a ellos (1-0 manda el Barcelona).

Gasol y Kuric. La principal arma de destrucció­n blanca en este tramo vital del curso es el rebote. Lo sabía el Barça y no pudo defenderse del daño que la causó de salida (siete capturas ofensivas menos al descanso), un arranque pletórico (9-0) del campeón de la fase regular con Tavares como rey del escenario, Alocén de base y Abalde de vuelta tras dejar atrás el coronaviru­s. Jasikevici­us recurrió pronto a Gasol, que pisaba una final ACB 20 años después, y a Kuric. Entre los dos activaron al Barcelona. Pau plantó cara a Edy en la batalla reboteador­a y con su buena lectura de los espacios y de los cortes anotó un par de canastas sencillas. La entrada de Llull forzó otro repunte del Madrid (28-19), pero el duelo era de las defensas. Las dos faltas de Sergio y las tres de Alocén llevaron a Abalde al timón, entonces los culés redoblaron la presión: 32-32.

En la reanudació­n, Alocén, Abalde y Tavares protagoniz­aban el canto del cisne: 44-37 y… el principio del fin. Alocén acababa de cometer su cuarta personal del todo evitable tras bajar el brazo en una penetració­n franca de Higgins. Le llegaba la hora al americano, a Courdon, su nombre completo, que iba a hacer saltar por los aires el primer duelo con 10 puntos seguidos y 14 sin fallo en ese tercer acto (4 de 4 de dos, 1 de 1 de tres y 3 de 3 desde el tiro libre).

El Barça construyó un parcial de 0-17 en cuatro minutos que le catapultó hasta el 44-54. Y en esas aparecía Mirotic para rematar mientras un Garuba intrascend­ente cometía su cuarta falta. Pecados de juventud.

El inicio del último periodo confirmó que no habría emoción ni reacción. El título anda ahora en manos del Palau. Mañana, al filo de la medianoche, un triunfo más le daría al Barça su primera Liga en siete años. La tiene a tiro, aunque el Madrid todavía no ha caído, deberá derribarlo y cuesta más de lo que parece.

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Los barcelonis­tas Rolands Smits y Álex Abrines le disputan un balón en el suelo sobre la línea de fondo al madridista Vincent Poirier.

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