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Landa, ■ amor-odio ■ por el Giro ■

El alavés acumula un podio y retiradas por duras caídas en la ronda italiana

- MARCO GONZÁLEZ

Giro de Italia de 2015. Alberto Contador sufre un pinchazo en la aproximaci­ón al Mortirolo, lo que deja al de Pinto en una situación delicada en la general respecto a un Fabio Aru que le podía arrebatar la maglia rosa. Pero aquel 26 de mayo se consolidó la figura de Mikel Landa (32 años) como uno de los corredores llamados a dar espectácul­o en la alta montaña en años venideros. Y no sólo por demostrarl­e al mundo que acababa el Giro más fuerte que nadie, con la capacidad de asaltar la general de no ser por una debilidad de su jefe de filas que le mantuvo con el acelerador a medio gas. Ese día el de Murgia, que venía de ganar la etapa anterior con final en Madonna di Campiglio, consiguió el que hasta ahora es su último triunfo en una ronda italiana con la que, en sus propias palabras, guarda una relación de “amor-odio”.

Más allá de aquella edición en la que sumó su único podio en una gran vuelta hasta el momento, Landa ha acumulado varias decepcione­s en carreteras italianas. En 2019, su último año en el Movistar, el vasco aterrizó en la Corsa Rosa con la intención de aspirar a todo como líder de la escuadra, pero desgraciad­amente tuvo al ‘enemigo’ en casa en la figura de un Richard Carapaz que demostró ser el más fuerte sobre el asfalto. Más tarde, buscando mayor respaldo individual, el alavés recaló en las filas del competitiv­o Bahrain, pero el año pasado su golpe fue todavía más duro. Fractura de clavícula, escápula y costillas tras una durísima caída camino de Cattolica. El mazazo, físico y emocional, le impidió recuperar su buena forma en lo que restó de temporada.

Ahora, con ilusiones renovadas, Mikel ansía resurgir en la 105ª edición de la carrera y alejar fantasmas. “Me siento muy bien para este Giro, y después de la caída del año pasado tengo una nueva oportunida­d, me siento súper bien y confiado. Tengo un gran equipo a mi alrededor y mis últimas carreras han sido realmente positivas. Creo que todo ha ido según lo planeado en el período previo a la carrera”, explicó el alavés en declaracio­nes a su equipo y no le falta razón, ya que ha ido de menos a más en rendimient­o a lo largo de su preparació­n. Después de una discreta Ruta del Sol, Landa fue tercero en Tirreno (igual que en 2021) y brilló en labores de gregario en Tour de los Alpes y Lieja-Bastoña-Lieja.

El conjunto del Golfo Pérsico le arropará en primera instancia con su mano derecha, un Pello Bilbao con el que viajó ayer a Budapest (Hungría), escenario de la Grande Partenza. La alineación la completan Poels, Buitrago, Tratnik, Novak, Sütterlin y Bauhaus. La confianza en Mikel es máxima.

Motivado

“Me siento muy bien, confiado y tengo un gran equipo para el Giro”

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Mikel Landa, en la tarde de ayer, en el aeropuerto de Bilbao donde tomó el vuelo a Budapest.

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