Cinco años de revolución

Había acudido a hablar de su libro, a lo Umbral, pero Luis de la Fuente acabó hablando de una carta. De la carta de Ramos. Hasta ocho preguntas de los periodistas tuvieron al central de Camas como hilo conductor. “Quien se despide con una carta es Ramos”, zanjó el nuevo seleccionador con cara de sabía que me iban a preguntar por él, ¿pero tanto?... A mí, que no me gusta la literatura epistolar, se me vinieron a la cabeza otras cartas, las de Michel Houellebecq y Bernard-Henri Lévy en un libro publicado con el revelador título, si no lo digo reviento, de Enemigos públicos.

Lo de Ramos y De la Fuente no es enemistad, ni pública ni privada, no creo que llegue a eso, sino simplemente falta de sintonía. El seleccionador tiene un proyecto y el sevillano no entra en él ni aunque marque cien penaltis a lo Panenka. Sus centrales son Aymeric Laporte, Iñigo Martínez o David García. O Nacho, esa navaja suiza que se ha ganado la internacionalidad a pulso. O Le Normand, que aguarda su nacionalización para jugar en una grande, sueño que hasta la fecha le había negado Deschamps.

La lista de De la Fuente es una puerta giratoria por la que unos entran y otros salen, carburante extra para mil y una tertulias de aquí a la Eurocopa del próximo año. Ahora hay que traducir en buen juego frases como esta: “No he tenido la intención de hacer una revolución”. O esta otra: “No hablo de los ausentes, pero en el futuro habrá más sorpresas”. Son palabras de Luis, pero no de Luis de la Fuente sino de Luis Enrique cuando dio su primera lista como seleccionador en agosto de 2018. Cinco años después seguimos igual de inconformistas. ¡Viva la revolución!