En el nombre de Delibasic
El documental ‘Shooting for Mirza’ repasa la vida del exjugador del Madrid y leyenda del baloncesto
Era el Michael Jordan europeo”. A Juan Antonio Corbalán se le queda la mirada ligeramente perdida cuando bucea en sus recuerdos para rememorar a un mito como Mirza Delibasic (Tuzla, Bosnia, 1954-Sarajevo, Bosnia, 2001). Ocurre así por la añoranza que provoca hablar de una leyenda del baloncesto que en sólo dos temporadas en el Madrid (1981-1983) dejó una huella imborrable tanto en el cardiólogo como en el resto de sus compañeros. Un tirador extraordinario, un pasador genial, alto en la época para jugar de base y escolta (1,97 metros) y capaz de ser un héroe en el club blanco y en su país natal, una Bosnia y Herzegovina entonces perteneciente a Yugoslavia y luego asolada en la Guerra de los Balcanes. Un hogar que se negó a abandonar bajo las bombas, ya retirado del baloncesto, algo que hizo prematuramente a los 29 años tras sufrir un derrame cerebral en 1983, y que le transformó en los últimos años de su vida, pero que no retocó su amor por el baloncesto. La creación de la primera selección de Bosnia de la historia, la huida de Sarajevo para disputar el Europeo y el compromiso de Mirza en todo ese proceso le convirtieron en un auténtico héroe en su país. Su capacidad para ganarse a la gente, su juego limpio y su generosidad le forjaron, más allá de en un jugador excelso de baloncesto, en una figura eternamente recordada. El documental Shooting for Mirza rinde homenaje a ese mito, a esa leyenda. A su vida, sus luces y sus sombras; a su actuación como jugador, amigo y padre. A su capacidad para ser aplaudido en cualquier lado y a su afición a los cigarros y al alcohol, una constante
que le acompañó durante toda su vida y que precipitó su final, el 8 de diciembre de 2001, por un cáncer linfático al que no ayudaban sus hábitos. Su entierro, mostrado en el documental, fue el de un jefe de Estado. Con Sarajevo volcada en el adiós de una figura inherente a su historia. Fue enterrado al lado de su amigo e ídolo
Davorin Popovic, histórico cantante de rock bosnio. Cada año, en el aniversario de su muerte, la familia le sigue rindiendo tributo. Su hijo Danko todavía va a visitar su tumba. Enciende dos cigarros: uno para él y otro para Mirza; que, apoyado en el mármol, se consume con el paso del tiempo. Igual que hizo él.
“Hay grandes personalidades, entre las que se encuentra mi padre, que tomaron malas decisiones”, dice Danko, el segundo hijo de Mirza, nacido de su segundo matrimonio con Slavica Suka, a AS en la proyección del documental en Embajadores (Madrid). “Se saltaba todas las reglas del deportista de élite que conocemos hoy”, continúa Juan Gautier, director de la película, sobre la afición de Delibasic por el mundo de la noche. “Tenía un lado bohemio muy profundo, vinculado a la vida cultural y nocturna de Sarajevo. Fumador, bebedor...”.
Delibasic no fue sólo un personaje formidable, también un jugador históricamente bueno. Ganó ocho medallas entre Europeos, Mundiales y Juegos, con el oro de Moscú de 1980 con la selección yugoslava como la joya de la corona. A nivel de clubes, estuvo vinculado al Bosna Sarajevo con el que ganó la Copa de Europa en 1979. En el Madrid, una Liga (198283) y una Intercontinental. “Con 17, 18, 19 años jamás he visto jugar así a nadie. Tenía una forma de interpretar el baloncesto especialmente excelsa. Desde el punto de vista técnico, es un ejemplo para seguir para cualquier joven que empiece ahora”, define Corbalán, mito del madridismo, a Mirza. Para el doctor, su amigo era algo más que un jugador: “Tenía un calado humano enorme”. Una persona fascinante que le dio dinero a un utillero del Madrid para que se comprara una moto y sus último 1.000 marcos a un hombre que necesitaba ayuda durante la guerra. Zdravko CeCur, amigo de Mirza y padrino de Danko, fallecido antes del estreno del documental, lo definió en una sola frase: “Un hombre así nace una vez cada 1.000 años”.
Gautier
“Se saltaba todas las reglas del deportista de élite que conocemos”
Corbalán
“Con 17, 18, 19 años jamás he visto jugar así a nadie”