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El Madrid cuelga la artillería

Ancelotti deja en casa a Asensio, Benzema, Vinicius y Mariano ● Rodrygo, único punta ● El Sevilla reserva titulares para Budapest

- LUIS NIETO

Este Sevilla-Madrid, que en agosto se aventuraba clave, ha derivado en incordio. Incluso para la Liga, que hubo de sacarlo de ese horario unificado para no perjudicar la participac­ión del equipo andaluz en la final de la Europa League. En un duelo marcado por las bajas voluntaria­s, faltará incluso Vinicius, al que con la excusa de unas molestias el club le evita una nueva exposición pública. No volverá a visitar un estadio de la Liga hasta agosto, tiempo suficiente para que baje la temperatur­a de su caso. Su ausencia reducirá mucho el volumen de la protesta que preparaba la afición sevillista

La lista del Madrid ha quedado vacía de delanteros, porque a la ausencia de Vinicius se unen las de Asensio y Benzema, que renuncia definitiva­mente a reeditar el Trofeo Pichichi. También Mariano se quedó en Madrid, lo que deja a Rodrygo como único punta sano del equipo. El crecimient­o del brasileño en la plantilla ha sido exponencia­l. Solo Camavinga ha jugado más partidos y ha pasado de ser titular en el 50% de los duelos de la temporada pasada al 70% en esta, aunque su primer rol hasta febrero fue el de revulsivo. De hecho, empezó como suplente en las finales de Supercopas de España y de Europa, en el Mundial de Clubes y en los dos clásicos ligueros.

La recta final ha sido otra cosa. Estuvo en el once en la remontada copera ante el Barça, en la final ante Osasuna y en los cuatro partidos de cuartos y semifinale­s de la Champions. En sus cuatro años de blanco ha marcado más goles en la competició­n europea (15) que en la Liga (14) jugando mucho menos. Por él cambió Ancelotti su alineación fetiche.

“Al verle da la impresión de que jugar es algo muy fácil”, reconoció Tite, exseleccio­nador

Novedad Hazard, que no marca desde septiembre, puede tener minutos

brasileño, una de las primeras veces que le convocó. Lo hizo por recomendac­ión del técnico que le entrenaba en el Santos, Jair Ventura: “No es un regateador, es un futbolista completo, diferente a Vinicius, que tiene más fuerza y zancadas más largas. Rodrygo piensa más en el juego”. Hoy tendrá que volver a actuar como nueve, algo que ya ha hecho 18 veces esta temporada por las recurrente­s bajas de Benzema. Uno de cada tres goles del Madrid en esta Liga cuentan con su participac­ión.

Frente al Sevilla, Ancelotti recuperará una rotación masiva, con muchos de los que no empezaron el miércoles ante el Rayo. Están en el guión Lucas Vázquez, Militao, Mendy, Ceballos y Tchouameni. Valverde apunta a extremo derecho y la gran incógnita es Hazard, que ni siquiera es seguro en una situación tan excepciona­l. Esta temporada ha jugado solo 393 minutos, una quinta parte de los que tuvo en su primera temporada. No disputó ni un minuto en las dos Supercopas ni toda la Copa a excepción del primera ronda, ante el Cacereño, ni en ninguna eliminator­ia de Champions. Tampoco ha pisado el campo en ninguno de los doce Clásicos que se han disputado desde que llegó. El suyo ha sido un fracaso tan mayúsculo como insospecha­do. En su última temporada en el Chelsea anotó 21 goles y dio 17 asistencia­s. En sus cuatro años en el Madrid ha registrado solo siete tantos (el último en septiembre) y nueve pases decisivos. Álvaro Rodríguez, que ya ha tenido siete ratitos esta temporada, puede quitarle el sitio. Mientras, el Sevilla galopa a lomos del efecto Mendilibar, tercer entrenador de la temporada y único capaz de cambiar el rumbo de un equipo a la deriva. Lo tomó decimocuar­to, dos puntos por encima del descenso, y ahora lo tiene noveno, a dos de la Conference. Lo suyo ha sido medicina tradiciona­l de efecto inmediato: una sola derrota en 14 encuentros y un pasaporte a la final de la Europa League tras eliminar a Manchester United y Juventus.

Mendilibar acabó con ese Sevilla caótico de tres centrales de Sampaoli y ha impuesto su 4-2-3-1 habitual, con presión altísima, defensa adelantada, fútbol más vertical, aprovecham­iento de las segundas jugadas y de los carriles y una intensidad máxima. “Yo fui un futbolista tecniquill­o, rapidillo y sin demasiada casta. Y esos illos no me dieron para llegar a Primera. Por eso he intentado como entrenador que los tecniquill­os y rapidillos tengan casta”, le dijo a Del Bosque en una charla para El País. Contrario al VAR (“los líneas ya acertaban el 95% de los fueras de juego antes de que llegara”) por su pretensión de objetiviza­r jugadas que siempre serán subjetivas y a una sobredosis de tecnificac­ión, el técnico ha reivindica­do el fútbol clásico: “Mi idea no ha cambiado desde que entrenaba en Preferente. El plan es jugar en campo contrario, más cerca de la portería del rival que de la propia y no tener el balón por tenerlo. Ahora parece que no existen ni el pase largo ni el despeje. A mí me gusta que mis equipos aprieten siempre. A veces más de la cuenta. Tengo ese defecto”.

Hoy montará un once con la cabeza en la final de Budapest. Son baja por sanción Navas y Gueye, da descanso a Fernando y se guardará a pilares como Ocampos, Óliver Torres o EnNesyri. La gran novedad puede ser el regreso de Nianzou. Ancelotti recordó ayer que su equipo juega por la camiseta y Mendilibar, que reservarse para la final puede pagarse caro. Habrá que ver cuántos se lo creen.

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Kroos y Lucas Vázquez, durante el último entrenamie­nto del Madrid en Valdebebas.
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