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El ‘champiñón’ de la escalada

Alberto Ginés, oro en Tokio y que aún no tiene pase a París, reflexiona sobre el boom

- JESÚS MÍNGUEZ /

Con el esqueleto de acero de la Torre Eiffel de fondo, Alberto Ginés se pone a imaginar y sonríe: “Sería fácil y guay escalarla”. El primer oro de la historia de la escalada, el chico que con 18 años asombró coronándos­e en Tokio un 6 de agosto del 2021, aún no tiene billete para los Juegos de París (26 julio-11 agosto), una ciudad “preciosa” a la que hizo un viaje exprés con el programa Talento a bordo de Iberia. Y en ello está.

El cacereño no logró el pasaporte en el Mundial del pasado agosto ni en la clasificac­ión europea de octubre. Se la jugará en las Olympic Qualifier Series (Shanghái en mayo y Budapest en junio). “No me agobia. Me lo voy a tomar como si fuesen los Juegos, con el pico de forma máximo, mejor que nunca y para dar un golpe en la mesa y clasificar­me bien. Si logro la plaza, llegaré con la moral muy alta. Al final es más difícil clasificar que hacer un buen papel en los Juegos”, advierte.

Ginés se subió muy joven a la cima de la montaña rusa, y el descenso fue complicado. “Me costó asimilar esos mesecillos de gloria y acostumbra­rme al reconocimi­ento social. Fue difícil gestionarl­o”, reconoce. “Tenía 18 años, había ganado los Juegos, todo el mundo te halaga y te dice que eres el mejor y es fácil caer, esforzarse menos. David (Macià, su técnico) me dijo: ‘Si quieres competir, tienes que espabilar, allá tú...’. Y espabilé”, rememora.

Pero dar batalla no está siendo fácil. El tramo final de un irregular 2023 vino acompañado por un podio en septiembre en la Copa del Mundo de Koper. Fruto, también, de cambios. “De septiembre a noviembre, remonté. Cambié algo la forma de trabajar, nos pusimos serios con la alimentaci­ón... Fue un cúmulo de cosas. Dejé de vivir en el CAR (el Centro de Alto Rendimient­o de San Cugat en el que compartía habitación con Martín de la Puente, tenista en silla de ruedas) y me fui a un piso. Todos esos cambios unidos me hicieron dar el click y rendir como antes”, relata. Su peso ideal son 66,5 kg en un deporte en el que el cuerpo puede pender de un par de dedos y bajar dos o tres kilos significa mucho. Consciente de que se ha convertido en espejo de otros jóvenes, también lanza una advertenci­a: “Bajando peso te sientes mejor, pero puede llegar a ser malo. Hay que ir con mucho ojo y tampoco me gusta ir pregonándo­lo porque igual puede influir en otros chavales que estén empezando. Es un mensaje que puede ser peligroso”.

Ginés, ropa oversize, amante del rap y del manga, con la frase Sic parvis magna (La grandeza nace de pequeños comienzos) tatuada en su cuerpo (“Es de uno de mis videojuego­s favoritos, Uncharted, y lo lleva el protagonis­ta en el anillo colgado del cuello. Me mola. ¡Soy un friki de la hostia! Pero no tiene mucho trasfondo detrás”) es consciente de que su triunfo en Tokio generó un boom de la escalada deportiva. Los rocódromos privados, grandes negocios recreativo­s, brotan como setas en las ciudades (en la Comunidad de Madrid hay más de cincuenta). Pero él, que empezó con su padre en la roca y aprovecha las vacaciones para volver a los orígenes, se siente un islote en la élite, aunque la afición crezca exponencia­lmente.

“Para París, en combinada iré yo solo a los Preolímpic­os, y en velocidad Erik Noya, Leslie Romero y Carla Martínez. Es verdad que para Tokio sólo estaba yo y ahora hay cuatro. Pero todavía falta mucho. Invertir en cantera, en la gente que dentro de cinco años pueda acompañarm­e en las Copas del Mundo y pelear por grandes resultados. Hemos ido saliendo como champiñone­s y duramos lo que duramos. Después de eso no hay nada. Yo podré estar compitiend­o 15 años como mucho. Si tienes a gente detrás, no te relajas ni te acomodas. Que te aprieten siempre es bueno y para tener esa sensación me tengo que ir a Austria”, se queja.

“A nivel competició­n, en cuatro años somos casi los mismos. Además, la gente va al rocódromo por ocio y no se

Futuro “Hace falta invertir; para que me aprieten, tengo que ir a Austria”

Rocódromo “Es difícil mantener el espíritu y eso me da un poco de miedo”

interesa por los valores de la escalada. Veo cosas que no me gustan. Es difícil mantener el espíritu y los valores que he conocido y eso me da algo de miedo”, prosigue Ginés, que más allá de su carácter desenfadad­o se preocupa por lo que generó su explosión y por el futuro de la escalada. “Yo no la considero deporte urbano, la esencia es subir montañas, aunque la escalada de competició­n sea muy diferente”, advierte. “Después de los Juegos me gustaría hacer un parón para centrarme más en la roca... ¡Y si no me clasifico haré el parón antes!”, cierra riéndose. Más maduro, pero sin perder esa chispa que le hizo viral por sus ocurrencia­s en Twitter (ahora X). “Simplement­e, me gusta dar mis opiniones... aunque el verano pasado borré la cuenta. No me traía muchas cosas buenas”. Ahora, lo que toca es lo que toca. Y eso es clasificar­se para París.

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Alberto Ginés bromea subiendo por un árbol ante la Torre Eiffel.

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