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“A Íñigo Pérez le ayudará su gran inteligenc­ia emocional”

Descubrimo­s al nuevo entrenador del Rayo a través de quienes mejor le conocen: “Cuando era jugador ya llevaba en el portátil sus propios ejercicios”

- MAITE MARTÍN

Conoce a los jugadores, tiene las ideas claras y una ilusión que contagia. Esa es la carta de presentaci­ón de Íñigo Pérez, el nuevo técnico del Rayo. El navarro, de 36 años, vivirá mañana su estreno como primer entrenador, convirtién­dose así en el más joven de Primera. Más, incluso, que algunos de sus pupilos, como Falcao (38 años). Quien fuera segundo de Iraola la pasada temporada dará el gran salto contra el Madrid, un rival cargado de simbolismo. A punto estuvo de marcarle el gol de su vida desde el centro del campo con el Numancia un 4 de enero de 2018 (en Copa) y le ganó al frente de los franjirroj­os –por la expulsión de Iraola en el 60’– el 7 de noviembre de 2022.

Sólo 640 días separan el momento en que colgó las botas con su debut oficial como míster del Rayo. Este proceso no ha sorprendid­o a quienes le conocen. “Desde crío se le veía, no mandar, sino organizar a los compañeros. Era abierto con el resto de chavales”, le recuerda José Luis Nagore, presidente del Txantrea, el club de sus orígenes: “Desde pequeño tenía claro que quería ser jugador. Era trabajador y se le veían cositas”.

Esa pasión le venía de su padre, Juan Carlos, quien también hizo sus pinitos en el Txantrea. “¡Jugó aquí y en algún equipo más! Era zurdo, como Íñigo. Incluso llegó a estar un tiempo en la Directiva”, asegura el presidente de una entidad que posee un convenio con el Athletic y de donde también salieron Muniain, San José, Iraizoz...

Íñigo puso rumbo a las categorías inferiores del Athletic, en cuya residencia conoció a Iraola, y debutó con el primer equipo en dieciseisa­vos de Copa contra el Rayo. Cosas del destino. De aquella época (2009-14) aprendió mucho, como a revertir situacione­s complejas. Volvió de su cesión en el Huesca (10-11) y pasó de no contar para Bielsa a ser su ojito derecho. “Pérez”, como le llamaba el Loco, se ganó una oportunida­d que aprovechó.

Bielsa fue inspiració­n. “A Íñigo le marcó. Su idea de ser entrenador nace por él. Le gustaba mucho su forma de trabajar”, ríe Kike Barja, quien se convertirí­a en su compañero de habitación en Osasuna. Años más tarde, Bielsa le quiso de ayudante para ir en la candidatur­a de Iñaki Arechabale­ta a presidente rojiblanco en las elecciones de junio de 2022. “Pérez” le tuvo que rechazar porque ya había dado su palabra a Iraola para irse con él a Vallecas.

El Athletic cedió a Íñigo al Mallorca (13-14), pero decidió repescarlo por “un cuadro de estrés”. Valverde lo recibió con la firme intención de recuperarl­e. Lo hizo. De ahí que el navarro sea la persona idónea para recuperar a este Rayo, donde lo anímico está pasando factura. “Íñigo me recomendab­a muchos libros, algunos sobre la condición humana. Él se fija mucho en las personas y sabe lo que necesitan. Posee una inteligenc­ia emocional alta y eso le ayudará a sacar el máximo a los suyos”, explica Barja.

Íñigo explotó como centrocamp­ista en el Numancia (14-18) de Arrasate, que se lo llevó a Osasuna, con el que pasó sus cuatro últimas campañas (18-22) como profesiona­l. Ya en los viajes se veía cuál iba a ser su futuro. No necesitaba verbalizar­lo, bastaba con observar su portátil. “Tenía ejercicios de otros entrenador­es y los suyos propios. Además, analizaba los partidos de Champions. Le gustaban los equipos de Guardiola”, desvela Barja, que tiene claro que su amigo será feliz en

Vallecas: “Es joven, pero está muy preparado. Dará continuida­d a la idea de Iraola, pero con su propio toque”. Tampoco José Luis Nagore duda: “Daba gusto ver jugar al Rayo de Iraola. A Íñigo le irá bien”. Él mismo matiza: “La idea es similar, pero Andoni es Andoni y yo soy Íñigo”.

Iraola le reclutó como segundo tras la marcha de Unai Mendia. “Era el típico compañero que sabía que terminaría siendo técnico. Confío mucho en su manera de entender el fútbol”, decía Andoni nada más unirse sus caminos, que hubieran continuado así en el Bournemout­h de no haber sido por unos problemas con el permiso de trabajo de Íñigo. El navarro rechazó al Rayo en verano por no sentir como propia esa oportunida­d que ahora abraza con fuerza.

Íñigo es discreto, familiar y le gusta salir al monte con la bici. Además de cinéfilo, es un ávido lector que huye del cliché de futbolista. Hasta el punto de que le gusta la escritura. Su carta de despedida del Numancia incluía un guiño a Machado y su ‘Campos de Castilla’. La de Osasuna, algunos versos propios. Dejó huella. Así lo ratifica Barja: “Es buena persona y bromista. Tiene un humor inteligent­e y mucho carisma. Cuando habla, todos le escuchan”. Mañana todas las miradas se clavarán en Íñigo. En esa ilusión contagiosa y esas ansias de aprender. Porque se hace camino al andar...

Nagore “De crío se le veía, no mandar, sino organizar al resto de compañeros”

Kike Barja “Su idea de ser técnico nace por Bielsa, le gustaba su método”

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Íñigo Pérez posa con la camiseta del Rayo en su presentaci­ón.
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