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Un estreno de campeonato

Íñigo Pérez debuta como primer técnico en un Rayo deprimido y ante un Madrid desatado ● Modric, posible novedad blanca

- LUIS NIETO

Si no es posible retener al autor, al menos hay que comprar el modelo. Por ahí se explica que el Rayo ponga la salvación del equipo en manos de Íñigo Pérez, que hoy se estrena como primer técnico de un equipo en cualquier categoría profesiona­l frente al Real Madrid. En verano de 2022, Osasuna, el equipo de su tierra, decidió no renovar su contrato. Tenía 34 años y secuelas de lesiones que le habían impedido un rendimient­o normal. Su adiós al fútbol, adornado con una emotiva carta a la afición rojilla, coincidió con la marcha de Unai Mendia, ayudante de Andoni Iraola en el Mirandés y en sus dos primeras temporadas en el Rayo, al Bolívar de La Paz como segundo de Beñat San José.

Iraola decidió entonces llamar a Íñigo Pérez, que había sido compañero suyo en el Athletic, club al que llegó con trece años antes de jugar en Huesca, Mallorca, Numancia y Osasuna, para ofrecerle el puesto de ayudante. Así pasó, en el mismo verano, del campo al banquillo. Concluido el primer curso en el Rayo, tuvo una oferta para dirigir al equipo a principio de temporada, cuando Iraola decidió no renovar. Prefirió seguir a su excompañer­o en la aventura del Bournemout­h, pero al llegar a Inglaterra le negaron el permiso de trabajo: no había entrenado en tres de los cinco temporadas anteriores ni dos años consecutiv­os.

“En aquel momento pensé que no iba a sentirme éticamente cómodo. Un puesto así tienta, pero la parte moral te frena y también la profesiona­l. Ahora las circunstan­cias han cambiado”. Así explica su primer no al Rayo y su sí de ahora.

Íñigo Pérez, que se confiesa lector compulsivo (le puso versos de Machado a su despedida del Numancia), se encuentra un equipo parecido al que dejó en cuanto a nombres, pero en un estado físico y anímico peor. Recién llegados como Aridane, Espino o Kike Pérez

han demostrado un rendimient­o muy inferior al de aquellos a los que sustituyer­on: Catena, Fran García y Comesaña. Otros fichajes, como Ratiu o De Frutos, apenas cuentan. Cuatro titularida­des por cabeza en LaLiga. Y pilares del equipo el curso pasado han bajado alarmantem­ente su rendimient­o. Isi, autor de nueve goles el último año de Iraola, ahora está en tres. Óscar Trejo, bandera y toque de fantasía del equipo, apenas ha sido once veces titular y no se le contabiliz­an ni goles ni asistencia­s. Camello solo ha marcado dos tantos en esta Liga, ante un Getafe en inferiorid­ad numérica. De Tomás, que venía de meter 40 goles en sus últimas dos temporadas en el Espanyol y 38 en las dos que había pasado en el Rayo (2017-2019) ni se ha estrenado en la Liga. Hace solo año y medio estaba jugando con la Selección. No es titular en el campeonato desde el 19 de diciembre. Solo Óscar Valentín y Álvaro García mantienen el nivel.

Ese bajón general se ha traducido en una situación preocupant­e: una sola victoria en Vallecas en toda la temporada (ante el Alavés, en septiembre), un solo triunfo en los últimos catorce partidos, un solo punto en los últimos seis. A día de hoy es el peor equipo de la segunda vuelta y solo el buen inicio le mantenía al comienzo de la jornada a siete puntos el descenso. La dinámica es desastrosa. Ha ido rodando por la pendiente desde el tercer puesto al decimocuar­to y, sin embargo, le ha quitado puntos al Madrid en el Bernabéu, a la Real en Anoeta y al Barça en Vallecas.

Íñigo Pérez, en su primera toma de contacto, detectó el problema: “He visto un equipo dolido. Ahora hay que conjugar lo futbolísti­co con lo emocional, hacer ver a los jugadores que hasta hace poco ganaban y marcaban. Hay que tratar de que vuelvan a ese rendimient­o”. Tocará poco del once porque el destituido Francisco tampoco reformó excesivame­nte ni el modelo ni la alineación. “No hay que engañar a nadie. Mi idea es similar a la de Iraola. Por eso trabajamos juntos”.

El Madrid, en cambio, llega de punta en blanco. Ha sumado 22 de los últimos 24 puntos en LaLiga, distanció a todos sus rivales en la última jornada y ganó en Leipzig la ida de los octavos de final de la Champions. La única nube en su horizonte es la fatiga general en una plantilla azotadísim­a por las lesiones. Ancelotti no recupera a nadie para el choque. A Bellingham y Rüdiger les queda al menos una semana de recuperaci­ón y los lesionados de larga duración están aún muy lejos de volver.

Puede ser un día para Modric, sobre el que existe la sensación de que vive los últimos encuentros de su gloriosa etapa en el Madrid. Ha jugado un solo partido como titular de los últimos siete y no salió del banquillo en tres de los seis más recientes. En Leipzig ni calentó cuando había estado en el once inicial de todos los partidos de eliminator­ias de Champions en las dos temporadas de esta segunda era Ancelotti. Fue sintomátic­o el duelo ante Las Palmas, en el que el italiano prefirió a Ceballos antes que al croata, quien, por cierto, venía de firmar el curso pasado su temporada más goleadora. Con Kroos, otro veterano, sobreexplo­tado, puede hacerse un sitio en el once. Brahim, en principio, estará listo de nuevo como reemplazo de Bellingham y Fran García, que fue tres años franjirroj­o, sustituirá al sancionado Mendy.

El Rayo encadenó catorce derrotas consecutiv­as ante el Madrid en este siglo, pero en Vallecas ha ganado en dos de las últimas tres visitas de los blancos. Un campo pequeño y una afición grande equilibran el duelo.

Rayo

Es el peor de la segunda vuelta: un punto en los últimos seis partidos

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Los jugadores del Real Madrid, en uno de los ejercicios físicos que realizaron en la sesión de ayer por la mañana en Valdebebas.
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