Ricky y la sonrisa del día después
Tras el partido, cenó con su familia
Embutido en una sudadera con capucha, Ricky se hacía ayer fotos con aquel que se lo pidiese en la estación de Delicias de Zaragoza antes de coger el AVE que llevaría a la Selección a Guadalajara. Quitando el resultado del partido contra Letonia, fue una resaca dulce para el mago de El Masnou. Las horas posteriores a su reaparición estuvieron rodeadas de una normalidad que permite reafirmar que su regreso es definitivo. “El amor por el baloncesto ha estado siempre”, dijo en su vuelta. Más allá de que aún se sienta con “polvo”, dejó una sensación estupenda en la cancha. El alma de Ricky también debió acabar bien, porque se fue a cenar con su familia y amigos. Hasta una veintena de personas del círculo de confianza de Ricky quiso estar en Zaragoza en el día del regreso.
En el viaje a Guadalajara, a Ricky se le vio animado, compartiendo risas con Juancho o Jaime, entre otros. Pero, seguramente, fue “normalidad” el término que más transmitió la FEB para explicar cómo se ha visto a Ricky. Metido ya en la dinámica del equipo, se entrenó por la tarde y hoy viajará a Bélgica con todos. Su regreso no tenía nada que ver con darse un baño de masas. Ricky está en disciplina de equipo y por eso jugará en Charleroi, donde, por cierto, ya se exigirá como el resto del equipo una victoria. Sólo la gente que está dentro del baloncesto sabe qué camino le queda por recorrer para llegar a su cien por cien, pero desde fuera, verlo desplazarse por la pista parecía tan placentero como siempre. Ricky no parece haber perdido química con el balón ni la pista. Y aunque dio síntomas de estar cansado en algún momento, por ejemplo cuando se lanzó sobre la línea de banda a por un balón perdido, dio la sensación de querer más. De tener hambre de baloncesto. Suficiente.
Normalidad En el viaje en tren a Guadalajara, a Ricky se le vio animado y bromeando