“Míchel ve el fútbol como una partida de ajedrez”
Los ex del Rayo Alberto García y Mario Suárez y el readaptador Víctor Paredes analizan al míster del Girona y su evolución
El éxito de Míchel (Vallecas, 1975) no es casualidad, sino un trabajo y un aprendizaje continuo, que comenzó muy temprano. “Justo antes de romperse el tendón de Aquiles, en la 2001-02, empezó los cursos de entrenador junto a Peragón y las prácticas del nivel 1 las hizo en La Torre”, recuerda Víctor Paredes, readaptador en su época del Rayo. Nada más colgar las botas (12-13), Míchel asumió las funciones de director del Área de Metodología, implantando el estilo del primer equipo en la cantera. “Iba siempre con su cuaderno. Es un artista de la tarea. Él las diseñaba y le daba alguna a Jémez”, asegura Víctor.
Su primera experiencia a los mandos fue en el Juvenil A franjirrojo. De hecho, sigue con su cuerpo técnico de entonces: Salva (segundo) y Porcel (preparador físico). “Hace un trabajo multidisciplinar idílico porque delega en su gente. No le importaba que los chavales se equivocaran para aprender. Él cree en el proceso”, describe Víctor, testigo de su salto al primer equipo (16-17): “Él transmitía calma y confianza. Míchel aboga porque los jugadores crean para crear. No es conformista y cada año pone el contador a cero. Está mejorando su versión del Rayo, Huesca...”. Con ellos ascendió.
Su punto fuerte es su capacidad para entender el juego. “Míchel ve el fútbol como una partida de ajedrez. Él, a través de su conocimiento y su experiencia, prepara a sus jugadores para resolver las situaciones que se puedan encontrar durante el partido. Les anticipa escenarios”, manifiesta Víctor. Y lo corrobora quien fuera guardameta y capitán rayista Alberto García: “El fin de semana yo sabía con qué problemas me iba a encontrar y cómo solventarlos. Míchel buscaba empoderar a sus futbolistas a través del balón. Es más, a mí, al portero, me transmitía que era un jugador más”.
Míchel ha dado un paso más hacia su idea de técnico total. “Al principio se centraba más en el ataque y ahora es más completo en otras fases”, analiza Alberto, que incide en sus virtudes: “Tiene una sensibilidad especial por el talento joven y la parte formativa. Eso se lo inculca también al veterano. Míchel hace por entender al jugador y se adapta a su perfil”. Además, el cancerbero pone en valor la figura del míster. “Es una profesión cortoplacista, ingrata, exigente...”, argumenta Alberto, que coincide en esa pasión del vallecano por las tareas: “Es un enamorado de los entrenamientos. Se desgasta en plasmar su idea en las tareas y que después se pueda replicar en el juego”.
Otro de los capitanes, Mario Suárez, vio mimbres a Míchel desde el principio. “Siempre lo tuve claro. Cuando llegué de China me hicieron una especie de pretemporada. Rendí desde el principio, gracias a sus cuidados y tranquilidad, pese al mal momento del equipo”, puntualiza el centrocampista, que se quedó con la espina de haberle tenido sólo cinco jornadas. La derrota del Villarreal lo atropelló, pero aquel día demostró personalidad. “Perdimos 3-1, pero empezamos ganando con gol mío. Al descanso, no estaba contento y peligrando su puesto dijo: ‘Jugad como trabajamos, como me gusta y como disfrutáis”, desvela Mario. Eso terminó con la destitución de Míchel, fiel a sus ideas hasta el final.
Mario detectó en él algo especial. “Tiene una forma privilegiada de ver el fútbol, transmitirlo, analizarlo... ¿Su secreto? Es un tío sin ego. Le vino bien salir de Vallecas porque él lo siente tanto que tenía una presión extra”, cuenta Mario Suárez, que le augura un futuro brillante: “Es un entrenador que domina varios registros. Le veo en un grande. Su mensaje cala. Su idea es atractiva y sabe llevar a un vestuario”. El de un Girona que continúa arriba y que hoy recibe al Rayo. El equipo de su vida, de sus primeros pasos. El origen de una carrera imparable.
Alberto “Míchel te indicaba qué problemas podían surgir y cómo solventarlos”
Mario “Peligraba su puesto y aun así nos dijo: ‘Jugad como disfrutáis”