“El jugador se comió a la persona”
Ricky, en su presentación con el Barça, asegura que sufrió “estrés crónico” y que tenía que regularlo
Ricky arrancó con los agradecimientos. Al Barça, la FEB y los Cavaliers, pero también a la familia, los amigos y hasta a la prensa. Tras ello, empezó un discurso potente, transparente, de un hombre maduro que ha afrontado un problema serio y que lo ha superado con trabajo y esfuerzo. Un discurso con el que cualquiera que haya sufrido un problema de estas características pueden identificarse, pero que muy pocos pueden expresar tan nítidamente. El discurso de un hombre, no de una estrella del deporte: “Desarrollé un estrés crónico que desregularizó mi organismo. Podemos ponerle etiquetas como depresión o ansiedad, pero yo nunca las tuve, solo síntomas. La única forma en que lo pude afrontar fue entendiendo cómo había llegado hasta ahí y por qué me estaba pasando esto. Hubo dos factores, uno interno, por cómo pienso yo mismo. Eso me había llevado a jugar a alto nivel, pero no era sostenible. Después los externos, por la competición, el baloncesto”, explicó. Para superarlo, pues, ha tenido que trabajar mucho consigo mismo, pero también apartarse del baloncesto: “Me tenía que alejar y pasé mucho miedo, pero era lo correcto. Durante tres o cuatro meses el baloncesto se había acabado para siempre. He aprendido la lección. He estado en la oscuridad pero trabajando y con ayuda de profesionales, se sale”.
Tras esta primera valoración, Ricky respondió todas las preguntas que se le realizaron sin esquivar ningún tema. Era, de hecho, su intención. Visibilizar los problemas de salud mental y, en cierta manera, dar ejemplo: “Cuando nos sentimos reflejados en alguien no nos sentimos solos. Espero que pueda ayudar a alguien a dar el paso de pedir ayuda. Por desgracia nadie es Superman ni Superwoman. Todo el mundo necesita ayuda, pedirla es de valientes”. Y sabe perfectamente de lo que habla, porque él pasó miedo: “Cuando lo dejé me sentí la persona más cobarde del mundo. El jugador se comió a la persona. No sabía quién era. Fue un momento muy complicado. Me han hecho ver que se puede manejar ese miedo. Los nervios son buenos, pero tenemos que relativizar mucho y ponerle un sentido a eso. Estoy aprendiendo a escribir en gris”, explicó.
Más allá de su proceso de recuperación, Ricky también habló de baloncesto. Un deporte, de hecho, que estuvo a punto de dejar: “Desde agosto cada día que me levantaba el basket se había acabado (...) pero ahora estoy bien y ha sido una lección de vida”. Hace escasos meses que decidió regresar y que el Barça era la mejor opción para hacerlo. El peso de sus excompañeros, hoy en puestos directivos, fue la clave: “Tener un vínculo, siendo amigo de Grimau o Navarro, lo hizo todo muy fácil”. Ahora hay que esperar a ver qué Ricky redescubren los aficionados, pues él mismo aseguró que ha cambiado como persona y como jugador. No será “autoexigente hasta la autodestrucción”, en sus propias palabras, pero sí ambicioso. Todo apunta a que podría debutar este viernes frente al Mónaco, pero no quiso despejar esa incógnita tras sufrir unas molestias con la Selección: “Estamos ajustando la nave, son siete meses sin jugar un partido. Son cosas que pasan pero no es nada grave. Estoy a disposición del staff".
Miedo "Durante meses el baloncesto se había acabado para mí"