Patrocinios sin fronteras: de la F1 hasta la estratosfera
■ El paso de Red Bull por el fútbol no estaba del todo claro, al menos por el fútbol de primer nivel. Desde su inicio en 1987, después de que Dietrich Mateschitz se aliase con el tailandés Chaleo Yoovidhya para comercializar en Europa esa bebida llamada bisonte rojo que ganaba fama entre los transportistas del país asiático, la apuesta fue ganar adeptos a través de los deportes extremos: skate, snowboard, escalada... Pero Mateschitz, austríaco, no pudo resistirse y adquirió en 2005 el Salzburgo, dentro de una estrategia de patrocinios cada vez más extendida, cada vez más global.
La política de comunicación de Red Bull es extraña; no se habla de la estrategia, prefiere que sean los propios proyectos los que lo hagan. Y la realidad es que lo hacen a gritos: en la Fórmula 1, ha ganado 7 títulos de pilotos y 6 de constructores de las últimas 14 ediciones; acaba de entrar en el ciclismo de primer nivel con la adquisición del Bora, equipo de Primoz Roglic; y a ello se unen incursiones en los esports (Cloud9), el hockey sobre hielo (Red Bull München, ganador de cinco de las últimas ocho ligas) y el patrocinio personal de figuras como Marc Márquez, Alexander-Arnold o Carlos Sainz padre. La inversión anual en patrocinios se estima en torno a 2.000M€.
Aunque ninguno como el salto desde la estratosfera de Felix Baumgartner en 2012, rompiendo la barrera del sonido a más de 1.350 kilómetros por hora tras caer desde 39.000 metros. Un proyecto que en su día tuvo un coste de 50 millones, pero que hasta hoy, según un informe de Athletic Interest, ha generado un valor equivalente a 6.000 millones de dólares... Un negocio redondo.