Once meses del ‘anti-Haaland’
■ El guionista del fútbol es tan caprichoso, que ha redactado en el calendario una fecha exacta: hoy se cumplen once meses del Real Madrid-Manchester City de la temporada pasada. De la ida, aquel 1-1 que precedió al desastre del Etihad (4-0), pero que confirmó la existencia de un antídoto al cyborg. Rüdiger, su dolor de cabeza. Hoy se cumplen exactamente once meses de aquel 9 de mayo de 2023 en el que Rambo hizo enano al gigante.
El desencadenante fue la sanción de Militao, que vio la tercera amarilla (la que implica ciclo en Champions) en Stamford Bridge y no pudo formar de la partida. De hecho, la zaga de aquella noche tuvo más suspense que Psicosis: Alaba se marchó lesionado de Londres y fue duda hasta ultimísima hora. Pero pudo jugar. A su lado, Rüdiger, tercer central a la práctica durante el curso, pero que firmó una de sus mejores noches con la camiseta del Real Madrid. Como le pareció poco ser su marca, decidió ser su sombra. Estar pegado a él como una lapa. Inhabilitarlo como una Kryptonita.
Aquella noche Haaland fue el jugador del City que menos veces intervino (21, incluso por detrás de Ederson, con 29), sólo completó un regate en 90 minutos y falló el 67% de los pases en campo rival. Ni rastro del monstruo de los 52 goles en 48 partidos, su cifra entonces. Sus dos disparos, pese a ir a puerta, fueron cargados de inocencia. Rüdiger lo inutilizó.
Y acabó cuajando un partido soberbio: recuperó tres balones, ganó otros tres duelos aéreos y sólo cometió dos faltas. Para la hemeroteca queda su icónica fotografía bajo la axila de Erling, escenificando su modus operandi: ser tan impredecible, que desconcierte. La cuestión es que para la vuelta, desapareció: Militao-Alaba. Y el resultado fue catastrófico.
Es por eso que el madridismo se aferra a la ilusión de saber que esta noche cuenta con su ‘anti-Haaland’, ese futbolista capaz de frenar al futbolista aparentemente inmune a todo. Y eso que no está atravesando un buen momento: pese a haber marcado al Crystal Palace el pasado sábado, su actuación volvió a ser amarga y maquilló una sequía de cuatro jornadas sin marcar, su peor racha desde que aterrizó en Mánchester.
Hoy Haaland llega al Bernabéu, al que puede ser su hogar dentro de no mucho pero, de momento, es territorio hostil. Porque en él habita su antídoto, Rüdiger, aquel que lo maniató hace exactamente once meses. Hace 336 días.