Lo que hoy defiende el Barça
Está el Barça a tan solo noventa minutos de ser recordado. Este Barça, quiero decir, pues el club hace tiempo que puso su pica en el olimpo de los dioses del fútbol. Pero las glorias pasadas sirven de poco cuando uno salta al campo dispuesto a ponerle nombres y apellidos al presente, que es a lo que debe aspirar un equipo como este: media plantilla en edad de golpear plastilina y la otra media con ganas de estirar una juventud que empieza a levantar alguna que otra arruga entre el ayer y el espejo. Un Barça que se estira desde Ter Stegen hacia Lamine Yamal, desde Cubarsí hasta Lewandowski, desde Gündogan a Pedri, entre Araújo y el nuevo Raphinha. Un equipazo en el que confiar hoy, esta noche, después de un año entero purgando y desconfiando.
Todo empezó a encajar, nadie sabe muy bien el porqué, un día que Xavi se vio obligado a contar con Cubarsí. Las plagas de lesiones pueden sorprenderte para bien, aunque nadie las desee. Te muestran tesoros escondidos que de otra manera ni siquiera buscarías. Y hasta desnudan defectos, limitaciones de base que obligan a tirar por la calle del medio sin ser del todo sincero con uno mismo, optando por los atajos de la veteranía, de lo malo conocido, aunque la naturaleza de tu fútbol exija osadía y la máxima pureza ideológica: el ADN Barça no admite sucedáneos, ni trampas, ni varios, ni solitarios.
Se puede perder, solo faltaría. Enfrente estará el mejor futbolista del mundo y algunos más muy meritorios, incluido un Dembélé que parece haber despertado para el fútbol profesional después de cinco años riéndose de todos, comenzando por él mismo y por todos los que confiaron en él. La distancia que va de Lamine Yamal al francés es la diferencia entre el chico honesto que conecta con una idea, con un sentimiento, y la del joven convertido en estrella tras vestir tres camisetas distintas sin apenas darse cuenta de dónde estaba.
Cruyffismo, sentimiento de pertenencia y un buen resultado en la ida: todo eso defiende el Barça esta noche. Y no es poco si se mantiene unido.
Cruyffismo, sentimiento de pertenencia y un buen resultado: todo eso defienden