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Mbappé apuntilla a un Barça roto

La expulsión de Araújo en el minuto 30 destruye al Barcelona ● Dembélé vuelve a ser clave Raphinha adelanta al equipo local ● Xavi también acaba expulsado en un partido frenético

- SANTI GIMÉNEZ REPORTAJE GRÁFICO R.MOLINA, JOAN M. BASCU Y G.LEIZA

El Barcelona tocó el cielo con los dedos pero se los acabó pillando con la tapa del piano buscando una gesta imposible con un jugador menos durante una hora de partido. Empezó ganando por 1-0 con gol de Raphinha, pero luego tras quedarse con un jugador menos fue arrasado por un equipo ante el que jugar tanto tiempo en inferiorid­ad es un suicidio. O había milagro o el Barça estaba fuera de las semifinale­s desde el momento en que tuvo que jugar en inferiorid­ad. Pero esta derrota, dura e el marcador porque acabó 1-4, no es comparable a otros desastres. Aquí un Barça digno y roto cayó con la cara alta apuntillad­o por un Mbappé mas bien gris y que apareció sólo al final. Eso sí, la era Xavi ya se ha agotado definitiva­mente.

El martes, Barcelona se despertó de manera poco habitual. En el bar, en la cafetería, en el puesto de trabajo se vivía una tensión en el ambiente que hacía cinco años que no se sentía. El run-run de la Champions. Perdón, de partido grande de la Champions. Una excitación que hacía cinco años que no se vivía por aquí. Una tensión que, puede que por la falta de práctica, llevó a una sobreexcit­ación casi ridícula. A la llegada del autocar del Barcelona al estadio alguien en la masa gritó contra el PSG y cayeron multitud de objetos sobre el vehículo que trasladaba a los jugadores blaugrana. Los sobreexcit­ados se habían equivocado de rival. Este era el nivel de la afición, que quizá quería compensar en el exterior el ambiente que la estructura del Olímpico no permite en el interior.

Para serenar los ánimos en el césped, Xavi optó por dar entrada desde el principio a Pedri en vez de sacar a Fermín, que gasta muchas más revolucion­es. Luis Enrique, por contra, apostó por un tridente diabólico: Dembélé, Mbappé y Barcola. Nada de contempori­zar.

Y fiel a este guion, el partido empezó siendo un monólogo de los franceses calcando el plan previsto por ambos entrenador­es. El inicio de la vuelta fue calcado al de la ida, con el PSG dominando, la defensa del Barça resistiend­o y el ataque culé esperando su ocasión.

Y como pasó en París, el Barcelona sacó petróleo de un desierto. Era el minuto 12 de partido y Raphinha había sido un espectador más del juego sin tocar más que un balón, pero una progresión de Lamine, que fundió a Nuno Mendes le sirvió al futbolista brasileño para marcar el primer tanto del partido y poner al Barça viento en popa en la eliminator­ia.

El tanto dejó a los de

Luis Enrique, mucho mejores hasta el momento, noqueados, pero Lewandowsk­i no lo aprovechó al disparar alto un balón que valía el pase a semifinale­s y los franceses se empezaron a recomponer.

Ter Stegen evitó el empate a tiro de Mbappé tras asistencia de Barcola, que fue un dolor de muelas para la defensa barcelonis­ta.

Dos minutos después, un error grosero de Araújo en la salida de balón lo intentó corregir el uruguayo ante la carrera de Barcola ganándose la tarjeta roja. Una hora de partido y uno menos en el Barcelona gracias a la torpeza del central. Xavi retiró a Lamine para dar entrada a Iñigo Martínez, pero el

Barça fue incapaz de mantener la ventaja antes del descanso. Otra vez Barcola desbordó por su banda y Dembélé, que hasta el momento había sido un actor de cine cómico pisando pelotas para caerse o tirando centros a la espalda de sus compañeros, fusiló a la red. Al Barça le quedaban 45 minutos de resistenci­a por delante en inferiorid­ad.

Y la segunda parte fue un ejercicio que se resume entre el suplicio y la búsqueda de una gesta imposible. Nada más empezar el segundo tiempo, Vitinha marcó el 1-2 en un error de Canceloen un córner y otra cantada del portugués facilitó el 1-3 tras cometer un penal absurdo sobre Dembélé que transformó Mbappé. Hay que decir que con todo perdido y en inferiorid­ad, el Barcelona fue valiente y Gündogan disparó al poste y la salida de Ferran fue un asalto al vacío que se solucionó con el último gol de Mbappé mientras en el banquillo del Barça se lamentaban sin Xavi, por la roja que vio. Una gran metáfora de lo que se avecina.

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Mbappé celebra su último gol.
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