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Lunin se santifica en Mánchester

Heroica actuación, con ocho paradas y dos penaltis

- SERGIO LÓPEZ / MADRID

De rodillas y mirando al cielo, gritando, respirando. Así terminó Lunin la eliminator­ia, una que empezó con cante y acabó en recital. Cara y cruz de la moneda del portero. Una profesión de riesgo, donde acertar es lo mínimo y fallar lo inevitable. Casi funambulis­mo.

A Mánchester llegó en el ojo del huracán de la opinión pública, rodeado por esa atmósfera de incertidum­bre que se instaló desde su error en el primer gol de la ida. Un chut lejano de Bernardo Silva, una zancadilla involuntar­ia de Vinicius –se movió de la barrera, facilitand­o la trayectori­a del balón hacia la portería– y una mano blanda que hizo el silencio en el Bernabéu. En lo que estaba siendo un ambiente ensordeced­or. Golpeó el césped, fue ayudado por Rüdiger a levantarse y puso los brazos en jarra. Había fallado, lo sabía. Así que tocaba redención. Una revancha.

Y llegó el Etihad, ayer. La oportunida­d de responder a la pregunta que rondaba la cabeza de tantos: ¿Es Lunin portero para un gran partido? Sí, rotundamen­te sí. Firmado, Andriy. Su bautismo –porque no se bautiza un jugador del Madrid hasta que protagoniz­a una gran actuación en una noche de Champions– fue más un buceo en el mar que unas gotas en la frente. El partido de Lunin en Mánchester fue sublime, heroico y, sobre todo, vital.

Y eso que su vaivén en el túnel de vestuarios reflejaba nerviosism­o, pero era un trampantoj­o. Andriy fue templanza, serenidad, calma. Primero, jugando con los pies, y segundo, demostrand­o seguridad con las manos. En su estabilida­d se cimentó la firmeza de la muralla.

Lo paró todo, o casi todo. En total, ocho vuelos, a cada cual más determinan­te. Mano a De Bruyne, despeje a Grealish, puño de hierro a centro de Walker. Para absolutame­nte todo, Andriy, que sólo sucumbió al disparo a bocajarro de De Bruyne, imposible.

Santificad­o. El culmen llegó en los penaltis: falló Modric y el equipo se asomó al abismo. Urgía un héroe... y en el cielo se encendió la luz. Justo ahí, cuando más se le necesitaba, apareció. Doble milagro –Bernardo Silva y Kovacic– y sello al billete. Guinda a una noche en la que dio 47 pases e intervino 70 veces (el que más del equipo). El Madrid necesitaba a Lunin y Lunin, una noche como esta. Hay renovacion­es que se firman con sudor.

Núcleo Intervino 70 veces, el que más de todo el Real Madrid

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Lunin sale de puños para despejar un centro lateral al que se disponía a rematar Akanji.

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