Un material desconocido

Abrumado por la posesión del Manchester City e incapaz de montar una de sus temidas contras, el Real Madrid se replegó en el parapeto de su área a defender como no se le había visto nunca. No fue un plan establecido, Ancelotti no quería jugar a eso, pero no se pudo hacer otra cosa que achicar agua. Los de Guardiola amilanaron a un equipo hecho y derecho que, viéndose incapaz de salir de la cueva, levantó una empalizada de orgullo y solidaridad en la que cada uno lo daba todo por el compañero hasta la extenuación. Hubo un momento en que parecía imposible salir con vida de ese desfiladero, rodeados y sometidos a un acoso constante, maniatados y agotados, pero ahí surgió de nuevo lo inexplicable.

Este equipo ha superado situaciones impensables con gestas de todo tipo, casi siempre abrumando a los rivales con reacciones inesperadas y remontadas al límite, pero nunca había destacado en un escenario de heroica resistencia como el del Etihad. Los asedios se viven mejor desde el lado atacante, cuando la valentía y el arrojo contagian a la grada y electrifican el ambiente. En la trinchera se sufre más, algo que hasta ahora no conocían ni los jugadores ni lo aficionados blancos.

Este partido pasa a engrosar el libro de las actuaciones legendarias del Madrid, porque, aunque no fue una lección de fútbol, supuso una muestra más de que este club está hecho de un material desconocido que lo hace salir de situaciones imposibles para los demás. Tácticas, estrategias, estilos y planteamientos son superados por la taumaturgia. Es la Champions League, es el Real Madrid, es lo de siempre.