En el festival de MAD-MAX
Auténticos fans de la saga apocalíptica de ' Mad Max' se han reunido con sus ' artefactos' modificados en Torrance ( California). AUTO BILD ha sido invitada al primer Wasteland
World Car Show y no podíamos perdernos este show de monstruos sobre ruedas, armas falsas y chicas con mucho carácter
El mejor sitio para disparar a tus contrincantes es el techo. Por eso ponemos ahí el puesto de conducción"
Ares Innit
SE LLAMA ARES INNIT Y SE
DEFINE COMO UNA valquiria. El parking en el que nos encontramos se llama Wasteland y es un terreno yermo. No hay nada a muchos kilómetros a la redonda. La localidad es Torrance, en la periferia de Los Ángeles, en los Estados Unidos. No es un sitio muy bonito, pero no está mal para haber sobrevivido al apocalipsis...
En realidad es el aparcamiento de Alpine Village, un centro comercial de dimensiones gigantescas. Hasta aquí suelen venir algunos inmigrantes alemanes que llegaron a América en los años 60. Se juntan, entre otras cosas, para celebrar el Oktoberfest ( la famosa fiesta de la cerveza originaria de Alemania). Pero hoy es la primera vez que lo hacen para deleitarse con la primera edición del Wasteland World Car Show. Muchos visten de negro y Ares nos define este encuentro como muy "freaky y cool". Está de pie sobre el capó de un coche que un día fue un Ford F-250 Pick up. Eso era antes de que lo transformaran en lo que es ahora: este Ford ya no tiene ventanillas ni tampoco un frontal reconocible, pero sí unas cuantas cadenas que rodean la carrocería y unas ruedas enormes. Y un asiento en el techo, ¡ por supuesto! "El mejor sitio para apuntar bien", explica blandiendo su escopeta de agua. Sin duda, la zona alta es el sitio preferido. Los demás también conducen sobre sus coches y braman algo. Es el apocalipsis, pero aquí se respira muy buen rollo.
Ares adora Mad Max, esa saga alocada sobre una era postapocalíptica que después de 30 años de parón estrenó su última entrega el año pasado. Y esto es lo que une a todos los que se han reunido hoy aquí: son maniacos de Mad Max. Sus coches deben tener el mismo aspecto que si fuera realmente el fin del mundo y los tuvieran que haber construido con lo primero que hubieran encontrado tras los restos de la debacle. También se diseñan su vestuario, y ellas, como Ares, llevan mucha piel al descubierto. Lleva un alocado peinado cherokee, medias de rejilla rasgadas y mucha labia. "Mi madre me odia por vestirme así", afirma animadamente, y añade: "Y me mataría encantada por lo que he hecho con su coche".
Su novio se ocupó de soldar las piezas. Curiosamente, este trasto puede circular sin problemas. "He venido hasta aquí conduciéndolo". A decir verdad, da la impresión de que todos estos coches podrían ganar una guerra o, al menos, una carrera de autos de choque.
También el de Mike Muchow. Lleva un motor de competición con 760 Nm de par. Detrás, dos bidones oxidados, un escape descomunal y unas enormes cadenas, lo que da a entender que podría remolcar un tanque.
Todo es mero espectáculo. O no. Nos cuenta indignado que ha tenido que estar varios minutos en la carretera detrás de un Toyota Prius que no pensaba apartarse: "Y eso que yo llevaba un gancho instalado en el techo de mi monstruo, que además hace un ruido descomunal", añade. Tal vez debería haberse dejado la máscara de acero que lleva puesta en estos momentos. "Lo que estás viendo es un nuevo tipo de culto al automóvil", indica Jared Butler, el organizador del
show.
En septiembre se reunirán aún más locos de Mad Max en el desierto de California. Esta ha sido una primera toma de contacto. "Las creaciones son chocantes, pero son también fruto de un trabajo artesanal al que le echan mucho arte", explica. Un tipo de arte que podríamos denominar anarquía au
tomovilística. "Contracultura", me corrige Butler. Y es que en este evento no hace falta traer caras creaciones, como sí sucede, por ejemplo, en los típicos encuentros Hot Rod americanos.
Que los Wastelanders, como ellos se denominan, hayan elegido este tipo de vida extrema, con estéticas tan brutales, es algo que podría generar algo de temor a los visitantes. Para Butler no es un problema. Como me aclara, aquí impera el buen
rollo, y los Wastelanders son unos tipos encantadores que hacen esto por diversión. Son gente que, en definitiva, vive la vida en toda su plenitud. Algo que no es precisamente apocalíptico...