SEAT ATECA
Analizamos a fondo el SUV español
TODAVÍA RECUERDO CUANDO EN PLENO 2011 SEAT ME invitó a probar su flamante IBX Concept. No era el primer intento de la marca española en el segmento de los SUV compactos, ya que el Tribu, diseñado también por Luc Dunckerwolke, sorprendió a propios y extraños en el Salón de Fráncfort de 2007. Pero el IBX parecía estar llamado a dar el paso definitivo, ya que contaba con las formas y dimensiones precisas para plantar cara al todopoderoso Qashqai, entre otros. La toma de contacto fue corta: tan solo unos pocos kilómetros para hacerle unas cuantas fotos y poco más, pero me sirvió para darme cuenta de que aquello ya no había quien lo parara y de que solo hacía falta tiempo para que Seat tuviera su ansiado SUV.
Al final no fue el IBX, sino el 20V20, el que por fin fijó las bases para dar a luz al modelo que hoy tengo entre manos: el Ateca, el primer SUV en la historia de la marca española, ahí es nada. Han depositado en él mucha confianza: “El Seat Ateca está llamado a convertirse en el tercer pilar de la marca, siguiendo el éxito del León y el Ibiza”. Son pala- bras de Luca de Meo, presidente del Comité Ejecutivo de Seat. Lo que tampoco hay que olvidar es que la llegada del nuevo SUV también será un factor clave para mejorar la imagen de la marca.
Paso a la acción. En el garage tengo a mi disposición una unidad con el acabado más alto, Excellence, y el motor TSI de 150 CV bajo el capó, el más demandado hasta la fecha, superando incluso a los TDI. El punto emocional antes de poner el motor en marcha lo pone la luz de bienvenida: en cuanto se desbloquean las puertas, unos LED en los retrovisores exteriores iluminan el suelo proyectando el nombre y la silueta del coche en el suelo. ¡Detallazo! En parado, el Ateca tiene mucha presencia, aunque no es el más grande de la categoría: mide 4.363 mm de largo, 1.841 mm de ancho y 1.611 mm de alto, con una batalla de 2.630 mm (un Renault Kadjar, un Hyundai Tucson o el futuro Ford Kuga le superan). Muchos han criticado esa imagen conservadora, quizá excesivamente continuista a la de un Seat León, por ejemplo; sin embargo, a mí me parece un acierto, ya que hace que