Fuera de serie
El papá del Panamera
LA HISTORIA ES IMPREDECIBLE. Porsche, tomó una medida inesperada: la de crear un deportivo familiar. Por eso debía poner en marcha rápidamente el proyecto secreto 989.
De entrada, todo era favorable para la berlina, que continuaba la gama hacia arriba y al mismo tiempo jubilaba al Porsche 928. El aspecto, a cargo de Matthias Kulla, que acababa de saltar directamente de la universidad a Porsche, se inspiraba claramente en el eterno 911 y se adelantaba a las formas que tomaría la generación 996, que llegaría al mercado en 1996. Tanto los vendedores como los clientes y la propia marca coincidieron en los estudios de mercado: ¿Un Porsche de cuatro puertas? Totalmente facti- ble. Incluso la parte técnica estaba acabada: un 3,6 litros de ocho cilindros, refrigerado por agua y con 300 CV de potencia había superado las pruebas sin problemas e incluso llegó a testarse en carretera, alojado en el interior de un Mercedes 300 CE.
Entonces llegó el 24 de enero de 1991: un día que Porsche tacharía gustosamente de su calendario. La junta directiva abortó el proyecto 989. Se habían invertido unos mil millones de marcos alemanes (unos 500 millones de euros), pero algo no cuadraba. A cada día de desarrollo, todo se volvía más complicado y costoso. Porsche tendría que haber vendido, como poco, 5.000 ejemplares al
Uno puede labrarse una imagen durante décadas y, sin saber por qué, devastarla hasta el punto de destruir lo que daba sentido a sus propios orígenes. A Porsche por poco le ocurre a finales de los años 80: el 911 estaba en retroceso en Estados Unidos por las nuevas normativas emisiones y de ruidos de escape y los modelos 924 y 944 fueron un fracaso, pues el público directamente los ignoró. Los coches familiares estaban en boga, mientras los deportivos empezaban a quedarse fuera de juego.
Entonces se planteó un dilema ante el que el hijo del fundador, Ferry
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El 989 hubiera montado un 3.6 litros de ocho cilindros con 300 CV