Más estilo que ninguno
Los cambios dan a este cabrio una imagen a la última y su equipamiento hace más fácil la vida a bordo. Tiene sus limitaciones, pero a quién le importarán cuando puedan disfrutar del sol
DUNE ES EL TÍTULO DE UNA
GENIAL NOVELA de ciencia ficción de Frank Herbert y de la igualmente buena película de David Lynch basada en ella. Sin embargo, que Volkswagen eligiera este nombre para el Beetle Cabrio más chic no se fundamenta en aquél cuento de ciencia ficción, sino en el éxito cosechado hace décadas por los Beetle con carrocería de buggy.
Eso sí, tampoco te esperes que el descapotable basado en la segunda generación del Escarabajo busque rendir tributo a la participación de sus primos en decenas de carreras tipo Baja. Lo que le va a este Beetle, que estéticamente sí hace muchos guiños a esa parte de su historia, es la carretera. A pesar de lo bien que va con el cambio DSG- 6, el motor diésel resulta algo tosco, especialmente tras arrancar en frío, pero esto no quita para que empuje con mucha solvencia los 1.500 kg que pesa, gracias a sus 340 Nm par motor.
Por otro lado, un ancho de vías siete milímetros mayor delante y seis detrás respecto al Beetle normal, un centro de gravedad muy bajo y, encima, el hecho de ir, por lo menos en mi opinión, un tanto sobrecalzado con unas gomas Hankook Ventus Prime 235/45 sobre llantas de 18 pulgadas, hacen de este Dune un devorador de curvas. Su volante fino y una dirección aceptablemente precisa facilitan que este coche pueda llegar a ser realmente divertido de conducir. Aunque, si tu objetivo es devorar curvas, optaría por uno equipado con un motor de gasolina.
El Beetle más dinámico
Todo lo anterior, su estética, poder disfrutar siempre a tope del sol y escuchar tu música o la radio en su equipo de sonido Fender, tienen que ser los argumentos que te lleven a pagar treinta y muchos mil euros por un cabrio en el que los dos de atrás no pueden hacer un viaje a gusto por ser los asientos demasiado verticales. Y eso sin contar con que en el maletero caben bien un par de bolsas grandes de viaje, pero ni hablar de maletas voluminosas, que además entrarían mal por su estrecha boca.
Los asientos posteriores se abaten hacia delante con tocar un botón, pero el hueco que dejan no da para muchas alegrías como puedes ver a la izquierda. El acceso keyless
cuesta 480 euros, pero hay uno con alarma incluida que cuesta exactamente lo mismo, cosas de los paquetes de equipamiento, todo por separado lo puedes pedir por 340 euros más, si quieres.
Un cabrio, demasiados guiños
Rarezas a parte, lo que sí considero indispensable al tratarse de un cabrio, y en el caso de la unidad de pruebas te aseguro que lo eché un montón de menos, son los asientos calefactables. He buscado en la página de Volkswagen España y solo he podido encontrarlos en el configurador dentro del paquete Excellence, por el que hay que pagar 2.590 euros, si bien es cierto que incluye los faros bixenón con iluminación LED de la matrícula, unos difusores delanteros extra y un testigo lumi-
noso del nivel del líquido de lavado. Espero que este último sea estéticamente una preciosidad y haga mucho más bonito todo el cuadro de instrumentos, si no, no lo entiendo. La pintura Amarillo de la unidad de pruebas también tiene un coste extra, 525 euros, pero en este caso Volkswagen te regala, si quieres, unas llantas muy chulas que van en el mismo color, lo cual es un buen detalle.
Por último, deja que te cuente que a mi juicio la capota no está bien resuelta. Quizá, algún ingeniero de la marca justifique que se debe a la forma de la carrocería, pero debería quedar guardada sin que el conductor deba taparla con una funda, que por otro lado ocupa lo suyo cuando está quitada. Y, quizá, decir esto sea echarme en contra a los puristas del Beetle, porque esto sea un guiño a su historia, pero los puristas siempre pueden moverse si quieren todos los días un Beetle clásico. Este es para gente que, seguramente, nunca haya conducido uno y que tenga otra idea de cómo las cosas deberían funcionen en el presente nte siglo.