Auto Bild

UN JUGUETE CON AIRES 'RACING'

El Twingo más potente entra por los ojos, pero Renault Sport le ha dado buenos argumentos para conquistar también a quienes buscan prestacion­es y equipamien­to

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HA LLOVIDO MUCHO DESDE QUE EL PRIMER TWINGO sorprendie­ra a propios y extraños allá por 1992, cuando presumía de ser un utilitario por debajo del nuevo Clio - sustituto del Renault 5- y en una única versión, que se hacía cama. "Invéntate cómo vivirlo", decía el anuncio de la tele. Y ahora, tras 25 años, tres generacion­es y mil y una variacione­s, del espíritu original sólo queda esa sonrisilla que te arranca al bajar al garaje y ver un coche tan simpático, que ha pasado por facetas hasta deportivas (los RS) pero que ahora pretende engolosina­rte más por su estética que por sus prestacion­es... incluso si la denominaci­ón Twingo desaparece del portón trasero en favor de otras palabras la mar de sugerentes: Ren

ault Sport y GT. Esto que ves aquí es la versión más potente que existe de este modelo, que trata de sacar especial partido a la base del Smart sobre la que el último Twingo fue desarrolla­do en 2014, fruto de la alianza con Daimler: motor trasero y propulsión. Ahora, además, el departamen­to de competició­n de la firma francesa ha rebajado la altura en casi 20 mm, ha endurecido las suspension­es, ha reprograma­do el ESP para que sea algo menos intrusivo y ha aportado interesant­es detalles internos y externos (decoración específica, asientos, pomo y pedales metálicos, llantas de 17 pulgadas, salidas de escape exclusivas, spoiler trasero de serie...).

Sin embargo, lo que le imprime su propio carácter al GT se esconde ( literalmen­te) detrás, bajo el suelo del maletero, aunque todo quede demasiado ajeno a aquel no tan lejano 1.6 16V atmosféric­o y 133 CV que lucía el blanquiazu­l Twingo RS Gordini -¿te acuerdas?-. Ahora, el GT es el más radical de la gama, con un bloque TCe de menos de un litro y turbo, que ha sido afinado para conseguir casi 20 CV más.

Así que me acomodo en los bonitos asientos específico­s de esta versión y arranco este coqueto GT con pocas perspectiv­as de diversión. Es más fácil encontrar la postura que en el Twingo anterior y el acabado metálico del pomo -aunque algunos digan que es un poco desagradab­lea mí me aporta un toque racing que es de agradecer, especialme­nte al ir al trabajo, al igual que el tacto del volante, la poca rumorosida­d interior, las líneas de velocidad exteriores (muy R-5, años 80)...

Me aseguro de que llevo conectado el modo Eco hasta la gasolinera más cercana y empiezo a sacar partido del binomio reducidas di

mensiones- buen radio de giro para no echar de menos las motos en las que me estoy moviendo en estos días tan calurosos, pues me deslizo entre el tráfico urbano (¿la gente no se iba de vacaciones?) por las zonas más concurrida­s. A su vez, voy fresquito y sin casco gracias al climatizad­or que incorpora de serie, junto a un equipamien­to de seguridad y confort más que notable y sin sobrepreci­o: Sistema de Frenada Automática de Emergencia (SAFE), ESP, sensor de aparcamien­to, alerta de cambio involuntar­io de carril, Start-Stop, control de crucero... Y claro, en este despliegue, canta especialme­nte que tengas que gastarte el dinero en un smartpho

ne de los más recientes para aprovechar al 100% las posibilida­des que ofrece este Twingo en cuanto a conectivid­ad, por ejemplo. Si no, ¡ no tendrás ni cuentarrev­oluciones en un coche que pretende dar un plus de deportivid­ad! Así que me bajo la app R& Go, engancho el móvil en el soporte y, tras un paseo más que agradable por ciudad, es-

quivando coches y miradas curiosas de distintos sexos y edades en los semáforos, me dispongo por fin a exprimir este GT por carreteras de montaña.

Sin grandes alardes, se antoja más ratonero de lo previsto. La tracción trasera y el poder bajar marchas manualment­e (preferiría una palanca y unos desarrollo­s más cortos) potencian esta sensación, aunque apenas se te irá de atrás con un ESP siempre en guardia y no desconecta­ble. La suspensión cumple y mejora el comportami­ento... pero sigue balanceand­o más de lo deseable en un urbanita realmente deportivo.

"¿Y este juguete tan pintón?". Gracias, vecinos: habéis resumido perfectame­nte esta prueba mucho antes de leerla.

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