DEL DESASTRE AL ÉXITO
Desde que Toyota aterrizó en 2012 en el Mundial de Resistencia, sus sinsabores en Le Mans han ido a la par con los de un Alonso incapaz de hacerse con un coche verdaderamente ganador en F1. Pero igual que la humillación sufrida en 2016 (foto de la derecha) hizo que los japoneses persistieran en su empeño de ganar la prueba como fuera, sin las amarguras en Ferrari y, sobre todo, en McLaren, Fernando no habría mirado más allá de la Fórmula 1, al menos, hasta que se hubiera retirado del Mundial. Además, sin los fracasos en esta categoría reina, el binomio McLaren-Honda tampoco le habría facilitado un coche (foto superior) para correr las 500 Millas de Indianápolis 2017. Y si el motor Honda no hubiera reventado a pocas vueltas del final, cuando el monoplaza número 29 tenía verdaderas opciones de ganar, quizás la paciencia de Fernando no se hubiese agotado, los jefes de la escudería naranja no habrían roto con los de la 'H' en F1 y quién sabe si esta relación contractual hubiera vetado todo acuerdo con Toyota. En definitiva, se puede decir que los desastres pasados han favorecido así el apoyo de los de Woking a las 'aventuras' del asturiano, a su participación en las 24 H de Daytona, a la victoria de él, Buemi y Nakajima en las 6 H de Spa y, cómo no, al anhelado triunfo en Le Mans de este trío... por cierto, ante las miradas cómplices de Eric Boullier y Zak Brown, jefe de Equipo y director ejecutivo de McLaren, respectivamente.