Como el día y la noche: así serán los faros del futuro
La iluminación es uno de los aspectos en los que la evolución del automóvil acelera su desarrollo
HAYA LUZ" Y HUBO LUZ. Esta es una frase que aparece en el Génesis de la Biblia inmediatamente después de "En el principio creó Dios el cielo y la tierra". Así que, seas creyente o no, es fácil comprender el gran significado que entraña, porque casi toda la percepción del mundo que nos rodea viene de la vista.
La mayor parte de la información de los sentidos de un ser humano llega de la visión, en concreto, en el caso de una persona al volante, esta aporta el 95%. Por ello, la iluminación es un elemento más antiguo que el propio automóvil, ya que los primeros coches no hicieron sino adoptar los candiles de parafina que usaban los carruajes de caballos.
En 1900 se inventó una lámpara basada en carburo de calcio. A partir de ahí, aunque los combustibles fueron cambiando, los coches de los siguientes 12 años equiparon un pequeño depósito de un gas inflamable, a veces presurizado, que alimentaba sus luces. En 1913 la electricidad de 6V llegó al coche y con ella, los primeros faros eléctricos. Sin embargo, hasta 1962 no llegaron las primeras luces halógenas, porque la evolución de esta tecnología fue limitada.
Hasta que aparecieron las luces de xenón tres décadas más tarde, aunque esta solución siempre ha tenido sus detractores. Capaz de iluminar con una potencia máxima superior (hasta 600 Kelvin) a la luz diurna (500 K), muchos conductores se han quejado del deslumbramiento, porque carece de la capacidad de adaptar su haz para evitarlo.
En 2001, el BMW Serie 5 ofrecía como opción montar unos LED cir
El ojo puede ver bien a una distancia de 400 m. Hay faros que llegan a los 800