Participamos en el Andorra Winter Rally a bordo de un Seat 1430
Disfrutamos como niños del Andorra Winter Rally al volante de un Seat 1430. ¿Crees que los rallys de clásicos son placenteros paseos a velocidad constante? ¡Alucina!
SON LAS 7.00 DE LA MAÑANA, ESTOY EN ORDINO (Andorra), la temperatura no es demasiado baja y sube todavía más con el sonido de los motores ya arrancados de los 64 coches en los que vamos a disputar esta prueba. El parque cerrado está repleto de modelos míticos como el Lancia Stratos, el Renault Alpine A 110, e incluso hay un Citroën Dyane 6. Pero gran parte de la expectación está junto al camión de Seat Históricos, ya que la marca ha traído aquí tres modelos para competir: el genuino 1400 de los años 50, que ha sido de largo el modelo que más ha llamado la atención de todos los congregados y uno de los más fotografia
dos, ya que el gran Mia Bardolet lo hacía bailar en las curvas para disfrute de los aficionados apostados en las cunetas; también han traído el siempre llamativo Seat 127, pilotado por los compañeros de las revistas de clásicos Iván Vicario y Jesús Bonilla; y el 1430 que yo mismo iba a manejar.
Se trata de un 1430 Especial 1600 (FU0) del año 1973. Por fuera se ve completamente de serie, pero se ha modificado con arco de seguridad en el interior, suspensiones optimizadas con amortiguadores cuya puesta a punto es específica para este modelo, colector y línea de escape especial, pastillas de freno, depósito FIA de 80 litros en el maletero y, sobre todo, autoblocante. La verdad es que nunca me había subido a este modelo y tenía cierta incertidumbre por saber cómo se comportaría.
La tarde de antes, pude probarlo en el puerto que sube a las estación de esquí de Ordino Arcalís. Chispeaba ligeramente, pero el asfalto estaba limpio. Húmedo, claro, aunque sin rastro de nieve. Así iba a ser difícil descubrir las reacciones del 1430 en las condiciones en las que se iba a encontrar el tramo al día siguiente, pero esta primera toma de contacto fue buena para ir haciéndome al tacto del cambio, la dirección y el coche en general. Sus 95 CV no dan mucho de sí, aunque se muestra muy aplomado y noble en las curvas pese a los ya más de 50 años que tiene.
El rally se disputa en la carretera que une las localidades andorranas de Ordino y Canillo, un puerto de montaña que en invierno permanece cerrado al tráfico. Y debíamos recorrer el tramo seis veces: tres de subida y tres de bajada.
La predicción prometía una noche nevada, pero una lluvia intensa fue la protagonista en las horas finales del día. Así que todos los participantes nos despertamos con la incertidumbre de cómo estaría el terreno.
A las 7.30 de la mañana, briefing y reparto de equipos de medición. La empresa Blunik era la encargada
de suministrar el sistema Regularity Experience, que tenía los puntos de paso prefijados por GPS, lo cual permitía a pilotos y copilotos seguir la regularidad de un modo muy fácil.
A las 8.00 h arrancaba el coche 0, un Ford Escort RS de primera generación, guiado por el piloto local Ferran Font. La salida de cada coche se daba cada minuto y yo tenía el número 24, así que me abroché el casco (obligatorio por ser tramos cerrados) y me puse al volante para concentrarme y para no quedarme helado, porque estaba empezando a nevar.
En los primeros metros, todo sencillo, media de velocidad baja y asfalto limpio, así que me resultó fácil marcarla y circular con la luz azul del Blunik iluminada. A la salida de una paella de izquierdas, cambio a una media más alta y nieve y hielo en la calzada. De repente, el 1430 se convierte en una especie de rabioso deportivo de propulsión y sólo es posible mantenerlo en la trazada a base de contravolantes continuos. ¡Madre mía! ¡Con lo noble que me pareció ayer y lo que me está haciendo sudar
ahora! Tanto, que en una paella de izquierdas hago un semitrompo. El suelo está tan helado que no logro traccionar debido al peralte de la curva y mi copiloto, Carles Izquierdo, un auténtico crack, no duda en bajarse a empujar. Con su ayuda y con la de unos aficionados, salimos rápido del atolladero. El resto del tramo no se dio del todo mal, pero palmamos bastantes puntos.
La segunda y tercera pasada culminan sin incidentes, voy ganando confianza y con el paso de los coches, el suelo se limpia en algunas zonas. Parada técnica en el parque cerrado para reponer fuerzas y a por los tres tramos de bajada.
La verdad es que tenía mis temores sobre cómo se comportaría el coche y qué agarre tendrían los neumáticos de clavos en el descenso. Ciertas zonas estaban realmente complicadas y al agarre era muy limitado. Y, para mi desgracia y la del pobre 1430, no tardaría en comprobar que mis miedos estaban justificados, porque en una curva abierta de izquierdas bloqueo los frenos en exceso y me voy contra el guardarraíl, golpeando la parte delantera izquierda y poco más adelante me salgo a la cuneta por la parte izquierda, esta vez sin mayores consecuencias para el coche. No afectó al resultado en el tramo. De hecho, fue en el que mejor posición puntué. Pero sí me tocó la moral.
En la siguiente pasada las condiciones eran similares y, aunque me lo tomo con calma, de nuevo, en una larga de izquierdas, el coche apunta al guardarraíl. Para evitarlo, tiro del freno de mano. La dirección ya apunta recto, pero esta vez golpeo con la zaga. La velocidad era baja, pero el golpe dejó huella en el 1430.
La última pasada fue de trámite para mí, no quería arrugar más mi querido 1430. Al final, puesto 25 de 64 inscritos. La verdad es que no me importaba en exceso la clasificación, sino disfrutar al máximo de esta excitante y deslizante experiencia, de la que me voy con cierto sabor agridulce por haber rozado el coche, aunque hay que pensar que este tipo de cosas pueden pasar en las carreras. Pese a todo, con ganas de más, porque esto ha sido el aperitivo, la preparación para una carrera todavía mejor. Dentro de un mes viene el plato fuerte de verdad: el Rally Monte-Carlo Histórico. ¡Qué ganas! Enrique Trillo