EL REY ALFONSO Y LOS 'REYES' DE LA COMPETICIÓN: UN ARMA DE DOBLE FILO
lación de amor y odio con un poder cambiante en España y en Europa, serían el ADN de la HispanoSuiza, Fábrica de Automóviles S.A. (1904) para siempre, yunque de su leyenda y martillo de su ruina.
Mateu inyectó al fin la gasolina necesaria para que el proyecto en forma de cigüeña, volara hacia el éxito en una fulgurante carrera de baches y frenazos, y siempre al borde del abismo. Si la innovación constante, las victorias en competición y una presencia creciente en ferias y salones hacían de los HS objetos de deseo internacional, la falta de visión estatal la haría competir siempre en desigualdad de condiciones por un sistema arancelario nada protector; si la neutralidad mediante aranceles eficaces a las importaciones (como sí hicieron EEUU y los países de nuestro entorno). Para colmo, con la República y la Guerra Civil, el hecho de que HS se asociara a monarquía y lujo no ayudaron. Pero fue el franquismo el que traicionó la buena disposición de la compañía para motorizar el país y la acabó desmantelando. española en la I Guerra Mundial (191418) diversificó el negocio hacia los motores de aviación, el reparto de beneficios entre los dos socios fundadores lastraban nuevos despegues. Si la apertura de una fábrica en Francia había alejado las presiones de los huelguistas en Barcelona y daba proyección internacional, las negociaciones con el Estado francés serían agotadoras y onerosas... Por no hablar de inestabilidad geopolítica de la primera mitad del siglo XX y que cortó mucho las alas a la HS, tal y como detalla magistralmente Jordi Nadal, profesor de Económica de la Universidad de Barcelona, en su nueva investigación (izda.).
Aunque hubo que hacer motores de avión, camiones y autobuses, los nuevos documentos prueban que la HS siempre se debatió entre confiar su potencial a coches de lujo (por calidad e imposibilidad de bajara sus precios -al carecer de cadena de producción en serie como la de Ford o ventajas fiscales en España como las de EEUU o Francia-) y camiones de altas prestaciones... o asegurar encargos estatales e incluso "la utopía de hacer un coche pequeño y popular".
Sin embargo, tras lograr imposibles y notable rentabilidad, no fue el Rey (mira el recuadro), ni la República, ni la Guerra Civil (1936-39) -con la intervención de la fábrica por la Generalitat y el Estado luego-, ni la huida y regreso de sus últimos respon