PRIMER CONTACTO Maserati Ghibli Hyb
El primer híbrido de Maserati utiliza un sistema de 48 voltios y un cuatro cilindros
OPTAR POR UN MASERATI SIEMPRE ha sido una cuestión de principios. Y es que quien busca un modelo de esta marca lo que quiere es ese plus que da el hacerse con un modelo de una marca histórica.
Histórica y que, no nos vamos a engañar, es capaz de convertir cualquier vehículo en un objeto precioso.
Tanto es así, que en su haber figura el haber lanzado un Ghibli diésel, pero no solo eso: también tienen el Levante, un SUV grande que atrae a todos los que huyen del Porsche Cayenne y se avecina el Grecale para los que quieran hacer lo propio con el Macan.
Norma de los tiempos que corren, ahora le ha tocado el turno al mercado de los híbridos. O mejor dicho, de los mild hybrid con pegatina 'Eco'. Porque, al fin y al cabo, quien planee hacerse con este coche seguramente sea eso lo que busque... Además de un plus de imagen, por supuesto.
Este es un modelo que me confunde. Pero no en el mal sentido. Le doy vueltas mientras disfruto de una calidad de rodadura más que espectacular en una autopista de las afueras de Madrid. Ruedo en silencio, muy bajo de revoluciones y con un confort de marcha más que elevado. Pero en cuento presiono el botón Sport, todo se tensa. El sonido que entra en el habitáculo es muy bronco, como si de repente se hubiera instalado el V8 de las versiones Trofeo en el vano motor. Bueno, quizá estoy exagerando, porque lo que hay es un cuatro cilindros con dos turbos: un Borg Warner convencional y un eBooster (eléctrico) que se encarga de reducir el lag a bajas vueltas.
En esta configuración, la caja ZF de ocho velocidades bloquea la subida a marchas al llegar al corte y la dirección se vuelve algo más dura. Si alguien ha pagado 3.000 euros por la suspensión Skyhook, la marcha se volverá más rígida.
También hay un modo I.C.E. que suaviza la entrega de potencia y ges
tiona la electrónica de tal modo que puede arrancar en una pendiente resbaladiza sin inmutarse. El otro modo de conducción que queda es el normal, que es el punto intermedio.
Para salir de la autopista activo la configuración más deportiva. En curvas no se siente incómodo a pesar de su tamaño. Sí echo en falta algo de feeling en la dirección, aunque supongo que los ingenieros no han querido añadir demasiado picante a este modelo, que está más pensado para una plácida vida urbana.
¿Y en ciudad? Es un coche suave, silencioso y cómodo. Tiene la peculiaridad de que permite regular los pedales de manera eléctrica, por lo que encontrar la postura en sus mejor que buenos asientos es pan comido.
Otra cosa en este terreno es el consumo: con valores que superan fácilmente los 10 litros, no es un coche especialmente económico. Pero, ¿a quién le importa si puede lucir un tridente en la calandra incluso en días con restricciones?