TEST Land Rover Defender
El Defender se ha renovado de arriba a abajo para entrar en el siglo XXI con las mismas aptitudes y más confort
ESTUVO A PUNTO DE DESAPA RECER, PERO HA RENACIDO! Land Rover ha renovado por completo el Defender y eso no era nada fácil. Porque el reto era doble: por un lado, mantener su esencia de coche poderoso, robusto, que puede con todo... y adaptarse a los tiempos nuevos donde la conectividad, la tecnología y lo digital se imponen. ¿Cómo se hace eso? Debieron pensar alucinados los ingenieros ingleses... Pues lo han conseguido, tanto por dentro como por fuera. Los diseñadores han intentado, de alguna manera, dejar que las formas del anterior no se hayan desterrado del todo. Este Land Rover Defender tiene muchas reminiscencias: el capó recto, los faros más o menos redondos, la parte trasera tan rectangular. Eso sí, no es una copia basada en el modelo anterior, como sucede con el Mercedes Clase G, en el que sólo los verdaderos conocedores perciben el cambio de modelo. De hecho, impacta al verlo por fuera y la primera vez que te acercas parece mucho más grande de la imagen que tenía por las fotos.
Hora de arrancar la prueba del Land Rover Defender y ya te adelanto que está muy cerca de su predecesor en términos de capacidades todoterreno. Es más, resulta mejor. Pero si bien antes se le pedía al conductor que lo diera todo en el campo, ahora un ordenador hace el trabajo. Pasar con el Defender por tramos rotos en caminos de arena o piedra es tan fácil como ir con un Audi Q3 al
supermercado. Aquí, hereda buena parte de la tecnología offroad de su hermano mayor, el Land Rover Discovery. Ahora cuenta con una suspensión de ruedas independiente, dirección de piñón y cremallera, una subestructura de aluminio autoportante, muelles neumáticos opcionales y frenos de agarre más firme.
El único punto débil es que los frenos tienden a la fatiga a ritmos altos en carreteara y es que detener constantemente más de dos toneladas de peso no es fácil: necesita alrededor de los 40 metros para detenerse desde los 100 km/h. Pero incluso aquí ha mejorado abismalmente: rebaja unos buenos 10,15 metros frente al modelo anterior.
A los pocos kilómetros de autopista queda claro que el placer de conducir en carretera (que antes apenas existía), ahora entra en una nueva dimensión. En lugar de balancearse bruscamente de un lado a otro de la carretera, se mantiene en su sitio. Y en ciudad rueda suavemente y amortigua cómodamente los baches y tramos con asfalta roto. Y si antes daba algo de miedo superar con holgura los 100 km/h en carretera, ahora puedes relajarte y llevarlo con absoluta sensación de seguridad a velocidades más elevadas.