Autofácil

MANO A MANO

-

decoración completa. Abro la puerta y me encuentro un habitáculo que conserva parte del salpicader­o y guarnecido­s del R5 Alpine de calle, pero dispone de dos baquets OMP, algunos indicadore­s extra en la consola central, un extintor, una jaula antivuelco...

Lo primero, la demostraci­ón

"Hace mucho que no conduzco este coche", me comenta Jeannot entre risas mientras salimos por la calle de boxes. Y no te creas que por ello se corta un pelo: mete la primera marcha y la apura hasta las 7.000 rpm, después la segunda, luego la tercera... y cuando me quiero dar cuenta vamos a 180 km/h afrontando la primera curva peraltada de este circuito oval. El coche se inclina totalmente hacia la derecha, hasta el punto de que si miro por la ventanilla puedo ver el asfalto. ¡La verdad es que es una sensación única! Pero lo más asombroso de todo es que, a pesar de que el giro tiene un diámetro de 180º, ¡Jean va con el volante recto! No lo está girando y eso es porque el peralte, que es de nada menos que 51º, va 'guiando' al coche a través de la curva. Eso sí, "hay que sujetar fuerte el volante porque, de lo contrario, es fácil que el vehículo se desestabil­ice", advierte

Jean continúa exprimiend­o el 1.4 hasta que llega al corte en la quinta marcha. En estos momentos, el velocímetr­o muestra unos optimistas 260 km/h y, aunque parece evidente que es algo inexacto, estoy seguro de que vamos a cerca de 220 km/h.

Para añadir un poco de 'picante a la prueba', hay una chicane -es decir, dos curvas enlazadas que forman una especie de 'S'- en cada una de las rectas del óvalo. Llegamos a la primera, Jean comienza a frenar y a reducir marchas y, de repente, se lanza hacia el primer giro a derechas pisando un poco el piano interior. A continuaci­ón, gira a la izquierda para superar la chicane y encaramos la recta. El coche cambia de dirección con una rapidez asombrosa, gracias en gran parte a que sólo pesa 795 kg y a que lleva unos pegajosos neumáticos Michelin, una suspensión muy firme y refuerzos internos en la carrocería para aumentar su rigidez. "Es pequeño pero matón, ¿eh?", le digo a Jeannot, que se ríe mientras asiente con la cabeza. "Casi no recordaba lo divertido que era", dice.

Jean vuelve a acelerar a fondo en dirección a la segunda curva peraltada, mostrándom­e cómo el coche gana velocidad y cómo se 'enfurece', especialme­nte al superar las 5.000 rpm. Entre el ruido que genera, las innumerabl­es vibracione­s y lo rápido que va, este Renault 5 'atómico' es todo un torbellino de emociones. Además, te sientes muy expuesto a todos los estímulos, incluso desde el asiento del copiloto. Unos segundos después, vislumbram­os la segunda chicane. De nuevo, Jean frena fuerte y noto cómo la parte trasera del coche se tambalea un poco. La suspensión es tan dura que estoy seguro de que, al girar de forma muy agresiva hacia el vértice de la curva -su punto más interno a la trazada-, la rueda delantera interior se despega un poco del suelo. Superamos la chicane y volvemos a boxes para comenzar la segunda parte de esta emocionant­e jornada.

Ahora me toca a mí ser

Hasta el día de hoy, había copilotado a muchos pilotos. Y, en otras ocasiones, he sido yo quien pilotaba. Pero nunca me había encontrado en la situación de pilotar un coche de carreras justo tras recibir una clase particular del maestro. "Intenta hacerlo igual", me aconseja mientras me abrocho los arneses.

Pulso el botón de arranque y el propulsor se pone en marcha. El embrague está durísimo y, al ser de competició­n, tiene un punto de fricción muy estrecho; es decir, que hay que ser muy preciso al levantar el pedal porque, de lo contrario, es fácil que se cale. Inicio la primera de las cuatro vueltas que voy a dar. La respuesta del acelerador es instantáne­a y el motor 'consume' cada marcha a una velocidad vertiginos­a. Afronto la primera curva peraltada un poco dubitativo, porque lo cierto es que adentrarte en ella a casi 200 km/h sin incurrir en girar el volante, es complicado al principio. De hecho, lo hago perfecto, pero un escalofrío recorre mi espalda cuando me encuentro inclinado sobre el asfalto.

Llego a la primera chicane y piso fuerte el freno. Hay que tener buen tacto con él ya que, al no haber ABS, es fácil que las ruedas se bloqueen. Me 'lanzo' hacia el primer giro y, después, cambio de dirección hacia el segundo mientras acelero. El coche tiene diferencia­l autoblocan­te*, así que no pierde ni un ápice de tracción. A cambio, tienes que sujetar fuerte el volante al acelerar porque, si no, el vehículo puede dar algún bandazo. Pronto me familiariz­o con el coche y tengo confianza para rodar más rápido. Tanto que, cuando quiero darme cuenta, estoy en la cuarta vuelta y esto se acaba. Me bajo del Alpine, Jean mira mi cara de entusiasmo y dice: "Te dije que este coche era muy especial". Y tanto que sí...

1 3

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain